Alta tensión
LE hice caso a Francesc Bracero, que el pasado viernes recomendaba en el diario la serie documental El cuarto poder, que emite Movistar, y confieso que he disfrutado con la realización de Liz Garbus, que se introduce en el corazón de The New York Times. Tom Wolfe escribió que “el periodismo tenía continuas satisfacciones de bajo voltaje, como la firma de las informaciones, la acreditación para saltarse barreras policiales y el saludo del alcalde”, pero también tiene unas cuantas de altísima tensión, como desentrañar un caso, descubrir una trama de corrupción o descabalgar a un presidente por haber mentido a sus electores. No son cosas que pasen a diario, pero cada día se cuentan historias con un alto grado de compromiso, que no hacen la vida más agradable a los periodistas, pero que contribuyen a la toma de conciencia de la sociedad.
La serie habla de los éxitos y los errores del oficio. Seguramente, no se hubiera filmado si hace casi cincuenta años dos reporteros de The Washington Post no hubieran investigado el asalto a unas oficinas del edificio Watergate, donde estaba el cuartel general demócrata, y que acabó 26 meses después con un titular en portada que decía “Nixon dimite”. El primer capítulo comienza el 20 de enero del 2017, con el juramento de Donald Trump como el presidente de Estados Unidos. El director del Times, Dean Baquet, está viendo por televisión la toma de posesión junto a sus colaboradores y suelta: “Menuda historia. ¡Menuda jodida historia!”.
La serie aborda el primer año de Trump y su batalla contra la prensa y la televisión de calidad. Es como la película Todos los hombres del presidente, pero en tiempo real y sin actores. El hilo conductor es el Rusiagate, que se ha llevado por delante, entre otros, al director del FBI y al consejero de seguridad, dejando seriamente tocado al fiscal general. El cuarto poder parece una serie de ficción, pero es la vida misma. Con la intriga de no saber cómo acaba.