Turquía busca aliados
El líder turco teje nuevas alianzas con Rusia, China, Brasil, India y Sudáfrica
Recep Tayyip Erdogan ha aprovechado su invitación a la última cumbre de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), la coalición de economías emergentes, para solicitar el ingreso de Turquía en este club, al que también optan México e Indonesia.
La T de Turquía podría ser la nueva letra de los Brics, el club de economías emergentes que agrupa a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, invitado a la décima cumbre de la organización, en Johannesburgo, así lo ha solicitado, según publicaba este domingo el diario Hurriyet. “Brics debe ser Bricst”, habría dicho Erdogan.
Aunque el término BRIC fue acuñado a principios de la década pasada, su primera reunión se produjo en el 2009 en Rusia. En la siguiente cumbre, el presidente sudafricano Jacob Zuma fue invitado y un año después Sudáfrica ya era miembro de pleno derecho y BRIC se convertía en Brics.
Erdogan, invitado la semana pasada en tanto que presidente de turno de la Organización para la Cooperación Islámica, quiere replicar la fórmula. Si Sudáfrica, pese a su tamaño más modesto, completó el mosaico racial de los Brics, Turquía podría hacerlo desde el punto de vista religioso.
Pekín sería la capital más entusiasta respecto a la integración turca en los Brics, según Erdogan. Algo reseñable, habida cuenta de que las relaciones entre China y Turquía son políticamente tensas a causa del problema uigur, cuyo exilio político –su Dharamsala– se concentra en Estambul. Turquía es a Xinjiang lo que India al Tíbet. Y a modo de anécdota, Estambul es la única metrópoli europea sin restaurantes chinos. Si los precios de la manufactura china no tienen rival, el soft power turco ha dado un gran salto en los últimos años con la venta de sus telenovelas a decenas de economías emergentes, incluidos los Brics.
Turquía, miembro de primera hora de la OTAN –antes incluso que Alemania Occidental– y bastión del mundo capitalista durante la guerra fría, lleva años explorando nuevas cartografías, después del portazo a sus aspiraciones de integración en la Unión Europea, propinado hace más de una década por la Alemania de Merkel y la Francia de Sarkozy, y jamás rectificado.
La voluntad turca de integración en los Brics forma parte de una estrategia de jugar con varias cartas, del mismo modo que se potencia su condición de plataforma giratoria entre Europa y Asia y entre Occidente y Oriente.
Cabe decir que, a diferencia de lo que supusieron en su día los países no alineados –también con su ritual de cumbres y discursos alternativos– los Brics son, en todo caso, economías de un capitalismo aún más despiadado del que se estila en los países occidentales avanzados. Y, tras la crisis financiera occidental del 2008, se convirtieron, más que en una alternativa ideológica, en una alternativa para el capital en tiempos revueltos.
Sin embargo, hoy por hoy, la cumbre anual de los Brics ha vuelto a encontrar sentido a su existencia gracias a Donald Trump. Frente al aislacionismo, el proteccionismo y el unilateralismo de Washington, la propuesta de multilateralismo y apertura económica de los Brics es ahora aplaudida desde varios campos.
La apuesta de Erdogan se adelanta a un posible relanzamiento de la candidatura a los Brics de México, a cargo de Andrés Manuel López Obrador, y a la de otros aspirantes en liza, como Indonesia y Argentina, cuyo presidente, Mauricio Macri, también estuvo la semana pasada en Johannesburgo.
Turquía ya coincide periódicamente con los Brics, en tanto que miembro del G-20. Y Erdogan no pierde ocasión de decir que “el mundo son más de cinco”, aunque en presencia de Putin y Xi Jinping tal vez se muerda la lengua.
Por último, el jefe de Estado y de Gobierno turco también ha manifestado su deseo de celebrar, el próximo 7 de septiembre, una cumbre sobre Siria con la presencia de Francia, Alemania y Rusia.
El unilateralismo de Trump ha devuelto su razón de ser a los emergentes y otros entes multilaterales