Zimbabue vota por primera vez en paz y sin Robert Mugabe
La clave es si el partido del expresidente seguirá en el poder después de 37 años
El mismísimo Robert Mugabe llamó, a su manera, al cambio en Zimbabue cuando el domingo pasado convocó una rueda de prensa en su mansión para decir que no iba a votar en las elecciones que se celebraron ayer por el partido que personalmente mantuvo en el poder durante 37 años, el ZANU-PF (o Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico). Ya lo comprenderán, vino a decir, “no puedo votar por los que me han atormentado, no puedo...”, de modo que pidió el voto para el líder de la oposición, Nelson Chamisa.
Mugabe, de 94 años, fue expulsado de la presidencia en noviembre del 2017 por un golpe militar que puso en su lugar al número dos del régimen, Emmerson Mnangagwa, alias El Cocodrilo.
Así que por primera vez desde 1980 los zimbabuos votaban ayer sin Mugabe. Había larguísimas colas y el proceso era extremadamente lento, sobre todo en las áreas urbanas. El jefe de la misión europea de observadores, el eurodiputado democristiano alemán Elmar Brok, decía que en algunos casos iba muy bien y en otros “está totalmente desorganizado, la gente se enfada y se marcha”. Otra observadora, Ellen Johnson Sirleaf, expresidenta de Liberia, estaba, por el contrario, exultante.
Ayer se votaba de todo, a la presidencia (¡20 candidatos!) al Parlamento y a los consejos locales. Pero la batalla se libraba, básicamente, entre el presidente –desde el golpe de noviembre– Mnangagwa y Nelson Chamisa, un abogado de 40 años que heredó el Movimiento por el Cambio Democrático de su líder, Morgan Tsvangirai, fallecido en febrero. Si ninguno obtiene al menos el 50% de los votos habrá una segunda vuelta el 8 de septiembre. No había ayer una apuesta clara por uno o por otro, pero en estas primeras elecciones sin Mugabe lo importante es la permanencia o no del ZANU, el único partido que un 60% de votantes, menores de 40 años, han conocido en su vida y que sostiene una extensa red clientelar. Mnangagwa ha prometido una prima a los funcionarios del 17,5% de su sueldo, según Africa Confidential, y eso teniendo en cuenta que los salarios públicos consumen el 90% del presupuesto nacional. De otro lado, el ZANU mantiene un especial arraigo en las áreas rurales, gracias a los poderes locales y los activistas del partido, aunque esta vez se señala que las coacciones e intimidaciones han decrecido mucho respecto a otras convocatorias electorales y la oposición ha podido llevar a cabo su campaña, que de hecho ha sido excepcionalmente tranquila.
El mismo observatorio apunta, sin embargo, que el ZANU sin Mugabe tiene ahora (una novedad) el respaldo de los poderes económicos vinculados a Gran Bretaña, que coincide también con el de China. Obtenga quien obtenga la nueva mayoría, debe lograr atraer la inversión extranjera –imposible con Mugabe– para reactivar la economía y superar la crisis monetaria. Zimbabue tiene una deuda de 10 millardos de dólares, incluidos dos millardos en atrasos a las instituciones financieras internacionales.
Para que todo esto surta efecto las elecciones tienen que ser limpias. Al menos han estado exentas de violencia, y ayer, al cierre de los colegios, la perspectiva era optimista.
Un Mugabe vengativo llegó a pedir el voto para el líder de la oposición, el abogado Nelson Chamisa