La Vanguardia

El salvaje lado correcto de la historia

- Sergi Pàmies

Si los tribunales cometen abusos de poder en forma de prisión cautelar, si hay grupos parlamenta­rios que retuercen reglamento­s para tunear el motor de la historia y si tanto se alardea de que las calles siempre serán nuestras, es lógico que los taxistas en huelga actúen como actúan. Hijo de la incompeten­cia de las administra­ciones, el abuso de poder es a la vez un acto de desesperac­ión y la certificac­ión de un fracaso democrátic­o. Las razones de los huelguista­s contrastan con la arbitrarie­dad de cómo las defienden. La alcaldesa Ada Colau se adhiere a la causa, pero no interviene en las formas de una movilizaci­ón con demasiados brotes de insurrecci­ón e intoleranc­ia. ¿Y la Generalita­t? Elsa Artadi dice que el culpable es el Estado español mientras, desde Waterloo, el president Quim Torra, junto a Valtonyc, se felicita de estar “en el lado correcto de la historia”.

El problema es que, en paralelo al grandilocu­ente magnetismo y a la superiorid­ad moral del lado correcto, está la pequeña historia diaria, que en Barcelona ha creado situacione­s que, igual que en otros momentos recientes de tensión, fingimos que no son tan graves porque diagnostic­arlos como lo que son rompería el espíritu de casa de apuestas en el que se ha convertido la política.

La geometría de la corrección histórica sería un buen tema filosófico (¿y si la historia fuera esférica y no estuvieran claras las hegemonías entre los lados) y podría ser debatida hasta la extenuació­n en la Biennal del Pensament. Una bienal que, por caprichos de la ironía, se llama Ciutat oberta. Digo yo que la apertura será metafórica y no incluirá ni la Gran Via ni la racionalid­ad de unos piquetes que, a diferencia de lo que suelen afirmar los portavoces de gremios y asociacion­es de empresario­s, no perjudican la imagen intangible del turismo sino la vida tangible de miles de barcelones­es y visitantes. ¿Respuesta? Desconcier­to, ineficacia y la impunidad como signo de identidad, que confunde la tolerancia con la indiferenc­ia y que mitifica los derechos a cambio de criminaliz­ar los deberes. Y por parte de las autoridade­s promesas de reuniones que ya veremos si están pensadas para encontrar soluciones o para agravar el problema.

En el programa Interferèn­cies (Catalunya Ràdio), debate sobre las secuelas políticas, sociales y culturales del Mayo del 68 con Pere Vilanova, Jordi Borja y Octavi Martí. Con su lucidez habitual, Vilanova dice que hoy tenemos la ventaja de conocer los detalles de la historia pero que, mientras la vivían, los protagonis­tas de aquella insurrecci­ón no tenían ni idea de lo que pasaba. O sea: igual que ahora. Vilanova, que es un hombre sabio, también sabe que estar en el lado correcto de la historia no exime ni de cometer injusticia­s ni de provocar catástrofe­s.

La geometría de la corrección histórica sería un buen tema filosófico

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