La Vanguardia

La policía detiene en Senegal al asesino fugado en Santander

- MAYKA NAVARRO

La Policía Nacional tuvo conocimien­to el viernes de que Guillermo Fernández Bueno, fugado de la prisión de El Dueso tras no regresar de un permiso de una semana, había abandonado la Península desde el puerto de Algeciras en un transborda­dor hasta Tánger. La clave para seguir sus pasos y llegar hasta él en la frontera de Senegal, donde ayer fue detenido cuando trataba de entrar en Gambia, es la furgoneta blanca de grandes dimensione­s en la que el hombre huyó en compañía de su mujer, Elena Ruiz Sancho, una trabajador­a social a la que conoció en la antigua cárcel de Santander, a la que acudía como voluntaria.

El vehículo estaba a nombre de ella, que lo usaba en su último trabajo importando muebles de India. Esa misma furgoneta fue la utilizada por la pareja para tratar de iniciar una nueva vida, lejos de España.

Fernández Bueno ingresó en prisión en enero del 2001. Cumplía una condena de 25 años por dos violacione­s y el asesinato de la limpiadora de una cafetería de Vitoria, a finales del 2000. Los psiquiatra­s le catalogara­n como un psicópata muy cruel.

Con los años fue cambiando y acabó convirtién­dose en un preso ejemplar. El primer permiso lo consiguió en el 2012, contra el criterio de la junta de tratamient­o de la cárcel, pero autorizado por el juez de vigilancia penitencia­ria, tras el recurso presentado por el interno.

Desde el 2016, la junta de tratamient­o cambió el criterio y ante la actitud impecable del recluso, le autorizó los siguientes permisos, cerca de medio centenar. También se tuvo en cuenta su participac­ión en los programas para agresores sexuales y que estuviera pagando la responsabi­lidad civil por sus delitos. En El Dueso se convirtió en un preso sombra, hombre de confianza que ayuda a evitar los suicidios de los internos más conflictiv­os.

Guillermo Fernández ansiaba normalizar su Elena Ruiz, a la que conoció en la prisión de Santander antes de su cierre en el 2009. La pareja empezó a planificar su huida después de que a él le denegaron en dos ocasiones el tercer grado.

La fuga se preparó con detenimien­to. Cuando la sección de fugitivos de la brigada central de crimen organizado de la Policía Nacional constató que la pareja había cruzado a Tánger, dedujeron que podrían quedarse en Marruecos. El viernes alertaron a Interpol y a todos los enlaces policiales en los países limítrofes con Marruecos y los más cercanos. La pareja cruzó entonces a Senegal, pero cuando trataba de entrar en Gambia, los policías de la frontera sospecharo­n y recordaron el reciente escrito de sus colegas españoles alertando de una pareja de fugitivos que se movía por la zona en una furgoneta blanca de grandes dimensione­s, habilitada para dormir en su interior. Un vehículo, además, poco frecuente en esa zona. Les retuvieron, se comunicaro­n con el enlace español en Dakar y confirmaro­n que eran ellos.

El hombre viajaba con pasaporte falso. La situación legal de ella es compleja. Se casaron hace un tiempo y habrá que concretar si se le puede o no imputar por ayudar en un delito de quebrantam­iento de condena. En 60 días él podría ser extraditad­o.

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Guillermo Fernández

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