El Rey confirma su pasión por la competición náutica
El Monarca persigue en Palma la Copa del Rey Mapfre
Una cosa es navegar y otra ir en barco. El pasado domingo cuando, durante el posado de la familia real en el palacio de la Almudaina, se le preguntó a la reina Letizia si algún día iba a navegar, el Rey le echó un capote asegurando que subir a un barco es fácil pero no lo es tanto competir en una regata. Según el Rey, existe una diferencia sustancial entre los que aman el mar como espacio para el deporte y los que suben en un barco para disfrutar del paisaje.
Para el Rey, como en su día lo fue para su padre, el rey Juan Carlos, el mar es el espacio donde, de alguna manera, se mide a sí mismo. La competición no conoce de reyes, ni hace distingos; en el mar no valen los títulos; se precisa esfuerzo y conocimiento; uno no puede bajarse de un barco en plena tormenta. Felipe de Borbón siguió la estela de su padre, que a su vez había seguido la del suyo, el conde de Barcelona, y siendo apenas un niño empezó a recibir clase de vela en la escuela de Calanova, un club cercano a Marivent. Ayer, más de cuarenta años después de su primera clase, Felipe de Borbón salió a competir por la Copa del Rey Mapfre, a bordo de un barco nuevo, prestado a la Armada por unos astilleros finlandeses, que lleva en su casco el viejo nombre de Aifos (Sofía, al reves). Ese es el nombre con el que se bautizó el primer velero en cuya tripulación, formada por miembros de la Armada, se integró el príncipe de Asturias tras realizar en 1986 el curso de guardamarina. El nuevo velero se llama Aifos 500 para conmemorar que este año se cumplen cinco siglos del inicio de la primer vuelta al mundo que empezó el portugués Fernando de Magallanes y concluyó el vasco Juan Sebastián Elcano.
Ayer, el Rey se embarcó directamente en alta mar puesto que el Aifos 500 partió desde el club náutico de Palma hasta el campo de regatas antes de que el Rey acabara las audiencias a las autoridades baleares, pero por la tarde, tras haber conseguido el tercer puesto en la primera prueba, compartió con el resto de la tripulación un rato de charla y cerveza antes de regresar a Marivent.
Felipe de Borbón empezó a navegar hace más de cuarenta años en la escuela de vela de Calanova