Una difícil agenda y la economía al ralentí
La superación de las mociones de censura –siempre que el caso Benalla no dé todavía sorpresas desagradables– no será más que una tregua para Emmanuel Macron. A la vuelta del verano, el presidente francés afrontará una agenda difícil, con las elecciones europeas de la primavera del 2019 en el horizonte. Esos comicios serán una reválida decisiva que puede dar vigor a su mandato o empujarlo hacia una pendiente. A Macron y a su Gobierno les aguardan reformas nada fáciles de llevar adelante y con coste social, como la de las pensiones. Está pendiente la reforma constitucional e institucional, cuyos trámites parlamentarios fueron paralizados precisamente por el estallido del escándalo del exguardaespaldas y la tensa atmósfera política que se creó. El objetivo de Macron es reducir en un 30% el número de parlamentarios. Un cambio en la carta magna debería reconocer la singularidad de Córcega, donde el independentismo presiona. Pese a estos problemas, el peor desafío puede ser la economía. El ministro del ramo, Bruno Le Maire, ha reconocido que el Gobierno debe abandonar el objetivo de un 2% de crecimiento este año. Le Maire atribuyó la ralentización a las huelgas de ferrocarriles y de Air France, así como al alza del precio del petróleo y a un ambiente internacional enrarecido por las guerras comerciales. Para alguien con la trayectoria profesional de Macron, fracasar en el ámbito económico sería un duro golpe.