Entre el referéndum y la cruda realidad
El president Quim Torra se autodefine como presidente provisional de la Generalitat. Su mandato pretende ser un tránsito entre el Carles Puigdemont de Girona y el Carles Puigdemont de Waterloo. Pero los hospitales, las escuelas, las infraestructuras... no pueden estar en tránsito indefinido, así que, junto a la demanda de un referéndum de autodeterminación y la libertad de los presos independentistas –“de esto va esta legislatura”, sostiene Torra siempre que puede–, se impone la cruda realidad.
Esa que, discretamente, llevó el lunes por la mañana a la Conselleria d’Ensenyament a participar en la conferencia sectorial de Educación en la sede del ministerio, y que por la tarde hizo que se firmara en el paseo de la Castellana un convenio de colaboración entre el Ministerio de Fomento y la Generalitat por valor de 272 millones para ejecutar el plan de vivienda. La misma realidad por la que la consellera de Presidència, Elsa Artadi, se excusó en persona con la vicepresidenta del Gobierno central, Carmen Calvo, por no poder acudir a la conferencia sectorial de Igualdad. Artadi envió a la secretaria general de su departamento a la cita en la que se desbloquearon los fondos para el Plan contra la Violencia de Género, que adjudica a Catalunya casi 13 millones extras. O los más de 800.000 euros pescados también ayer en la sectorial de Pesca para cofinanciar el coste de las ayudas a armadores y tripulantes por el paro temporal de la actividad durante el 2017.
El Govern de JxCat y ERC se aferra a los gestos, como no acudir al Consejo de Política Fiscal y Financiera, en busca de una relación bilateral con el Estado; pero la Conselleria d’Economia que dirige Pere Aragonès envía al Ministerio de Hacienda su plan económico-financiero, para que sea declarado “idóneo”. O disimula cuando la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos permite la refinanciación de operaciones de crédito a corto plazo, que fue la gran reclamación de Oriol Junqueras y que el PP nunca concedió.
No hay normalidad posible mientras el problema político catalán esté pendiente de los jueces, pero mientras se defiende la autodeterminación, el independentismo no puede olvidarse de gobernar.