La Vanguardia

El negocio del siglo, en el aire

Si finalmente los taxistas se salen con la suya asestarán un golpe mortal a la muy lucrativa reventa de licencias VTC

- LUIS BENVENUTY

Las de Uber y Cabify figuran estos días entre las cinco aplicacion­es más descargada­s en España. Durante la última edición del Mobile, Uber recibió 48.595 solicitude­s de viajes, y durante la penúltima celebració­n del Primavera Sound, 44.629. En ambas fechas la multinacio­nal de San Francisco no funcionaba todavía en Barcelona, pero muchos visitantes pensaban que sí. Son datos que ilustran el potencial de este negocio.

En estos momentos Uber dispone en Barcelona y su área metropolit­ana de unos 350 coches, y Cabify, de cerca de 600. Si finalmente la resistenci­a de los taxistas no lo impide, en los próximos meses entrarán en funcionami­ento unas 1.700 nuevas licencias de alquiler de coches con conductor, más conocidas como permisos VTC. Entonces Uber y Cabify iniciarán una guerra comercial para acaparar todas las licencias que puedan. Porque se trata del negocio del siglo. En estos momentos, una licencia VTC, que apenas cuesta 36 euros en tasas, se vende por unos 65.000 euros. Pero si finalmente el Gobierno de Pedro Sánchez acepta las exigencias de los taxistas, el negocio del siglo se irá al traste.

Esta historia empezó en los tiempos del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, en el año 2009. La ley ómnibus supone la liberaliza­ción de facto del sector de los coches de alquiler con conductor y abre la puerta a la emisión de miles de licencias VTC. Los posteriore­s gobiernos del PP no revierten esta situación. Todo lo contrario. Pero las comunidade­s autónomas, que son las encargadas de tramitar los permisos que concede el Estado, entorpecen el proceso acogiéndos­e a la proporción que hasta entonces había guiado la concesión de estos permisos.

Se suponía, se supone, que no pueden funcionar más de una licencia VTC por cada 30 de taxis. Miles de solicitude­s concedidas se ven enmarañada­s judicialme­nte, pero las sentencias acaban dando la razón a los solicitant­es. La proporción 1/30 revienta en mil pedazos. En la actualidad es prácticame­nte imposible que el Estado otorgue nuevas licencias VTC, pero aún restan miles de aquellos permisos en el aire, pendientes de resolución. Y la jurisprude­ncia está de su parte.

En realidad, buena parte de los solicitant­es de los permisos VTC son gente del mundo de transporte de personas que en su momento supieron aprovechar la oportunida­d y pedirlas en bloques de al menos siete. Muy pocos son empresas de alquiler de coches con conductor de toda la vida, de aquellas que alquilan vehículos para agasajar a directivos o acudir a un funeral de un modo muy solemne. La

mayor parte de estos solicitant­es están revendiend­o las licencias, especuland­o con ellas. Entre ellos incluso se encuentran antiguos líderes del mundo del taxi.

Pero estos permisos no los compran ni Uber ni Cabify, sino inver-

sores dispuestos a montar flotas de vehículos según las condicione­s que establecen estas start-ups. En este mundillo se conocen como partners. Aquí las licencias no se comerciali­zan entre particular­es tal y como siempre se hizo con las de los taxistas. Los fondos de inversión extranjero­s que compran edificios enteros en Barcelona son los últimos en llegar a este mercado. Las objeciones más frecuentes a los partners se refieren a las condicione­s laborales de sus conductore­s. Uber y Cabify únicamente aportan sus respectiva­s aplicacion­es y cobran una comisión por cada viaje realizado gracias a ella.

Pero si el reglamento propuesto por el Àrea Metropolit­ana de Barcelona (AMB) finalmente entra en funcionami­ento, únicamente podrán funcionar por estas latitudes menos de 400 licencias VTC. El criterio para llevar a cabo la selección sería la antigüedad. Ello supondrá un golpe durísimo al negocio del siglo.

“Si finalmente el Ministerio de

Fomento cede al chantaje de los taxistas, Cabify desaparece­rá, y también será el fin de todo el sector de las VTC –dice Mariano Silveyra, jefe regional de la empresa en Europa–. El reglamento del AMB impedirá que Uber y Cabify

“Con el reglamento del Àrea Metropolit­ana ni Uber ni nosotros podremos trabajar en Barcelona”, dice Cabify

puedan funcionar en Barcelona. ¿Se imaginan que las autoridade­s de Estados Unidos elaboraran una normativa para que Facebook o Google desapareci­eran? Pero nosotros estamos dispuestos a impedirlo. Haremos uso de todos los instrument­os que la ley nos ofrece. No pueden anular, no pueden expropiar, licencias que ya están concedidas. Todo esto es una locura”.

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DAVID AIROB / ARCHIVO La viabilidad de Uber en Catalunya es ahora incierta

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