Perspectivas positivas
La reunión bilateral Estado-Generalitat; y el aumento del gasto turístico en España.
DESPUÉS de siete años de casi absoluta incomunicación, representantes de los gobiernos central y catalán se reunieron ayer durante casi cuatro horas para abordar asuntos competenciales que conciernen a ambas administraciones. La expectación era máxima, por cuanto supone un punto de inflexión en las relaciones entre los dos ejecutivos, que lamentablemente han consistido durante demasiado tiempo en darse la espalda. Es cierto que no se esperaban avances sustanciales en cuanto al contenido, como así fue. No hubo acuerdos, más allá del de dar continuidad a este tipo de encuentros y a grupos de trabajo para los diferentes asuntos sectoriales. Pero es relevante que se reanude la conversación cara a cara.
La vida de las comisiones bilaterales Estado-Generalitat ha sido tan traumática como la del Estatut que las formalizó. La última reunión tuvo lugar el 19 de julio del 2011 y si la cita de ayer llenó un vacío de siete años que coincidió con la llegada de Mariano Rajoy a la Moncloa, tampoco antes la regularidad fue la norma. Aunque el Estatut sostiene que la comisión es el marco general y permanente de la relación entre el Ejecutivo catalán y el central y la previsión son dos reuniones al año, la crisis política abierta con la sentencia del Tribunal Constitucional quebró las relaciones entre gobiernos y desde entonces sólo se logró reunir en el 2011. Tampoco los temas sobre la mesa acabaron nunca por desencallarse. Se fracasó reiteradamente en el traspaso definitivo de las becas educativas, de los aeropuertos de Girona, Sabadell y Reus y en la participación en la gestión de El Prat.
Pero el éxito o fracaso de la reunión de ayer no dependía de acuerdos alcanzados, sino de que la Generalitat y el Gobierno central volvieran a la mesa de negociación, a pesar de los estragos del proceso independentista, e incluso se pusieran deberes para un nuevo encuentro antes de final de año.
Existe terreno sobre el que trabajar más allá de los posicionamientos encontrados sobre el referéndum o los presos. Pedro Sánchez y Quim Torra marcaron el terreno de juego y el presidente del Gobierno se puede sentir cómodo retirando recursos contra leyes sociales que el propio PSC votó en el Parlament, como la de emergencia habitacional, o impulsando reformas sobre leyes impulsadas por el PP y que tanto el PSOE como la Generalitat llevaron al Constitucional, como es el caso de la ley de Régimen Local.
En el encuentro se constataron “grandes discrepancias”, en palabras de la ministra Meritxell Batet, mientras que el conseller Ernest Maragall habló de una reunión “dura”. Se evidenció que cada parte pone el acento en aquello que le interesa políticamente. El Gobierno central subraya que es un retorno a “la normalidad”, algo que tampoco podrá ser así mientras persista el encarcelamiento preventivo de dirigentes independentistas. El Ejecutivo catalán, por su parte, incide en que se ha puesto sobre la mesa el tema de los presos y la reclamación de un referéndum de autodeterminación, y que la negativa del Gobierno socialista a abordar estos asuntos es huir de una verdadera solución al fondo del conflicto. Aunque parece que ambos coincidieron en la voluntad de avanzar y en un calendario de reuniones para llegar a acuerdos en este año. Quedó claro que las dificultades van a ser arduas, pero el diálogo es el único camino y merece la pena intentarlo por el bienestar de todos los catalanes.