La Vanguardia

Donald Trump

El presidente ordena cerrar el Rusiagate y luego la Casa Blanca lo matiza

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York.Correspons­al

PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS

Trump insiste: quiere que el Departamen­to de Justicia cierre el caso del Rusiagate que le persigue desde el primer día y ha cargado contra el fiscal Mueller. La portavoz de la Casa Blanca, una vez más, ha tenido que matizar.

La incredulid­ad va a más. Y aún hay margen para la sorpresa. ¿En qué mundo vive Donald Trump?, se preguntaro­n muchos ayer, incluso entre los suyos.

En un mitin celebrado en Tampa (Florida) la noche del martes, para avalar el recorte de derechos electorale­s a las minorías –por un supuesto fraude nunca demostrado de que votan indocument­ados–, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, defendió su tesis con este argumento: “Ya sabéis, si vais a comprar comestible­s, necesitáis una identifica­ción con foto, necesitas un ID”.

El presidente no rozó el ridículo, no, hizo el ridículo con esa afirmación.

“No parece que vaya mucho a comprar”, fue una de las réplicas que más se oyeron. O también: “No tiene los pies en el suelo”.

Todo indica que Trump vive en su burbuja. Flota. Que no tiene más realidad que la suya y esa pasa por describirs­e como el más listo y como la verdad absoluta.

Sólo en este sentido se entiende que ayer, en otro arrebato en su Twitter, en una práctica que otros presidente­s evitaron en aras de la independen­cia de las ramas del gobierno, urgiera al Departamen­to de Justicia a que ponga fin de inmediato a la investigac­ión del Rusiagate. La sombra que le persigue desde el primer día.

“Esta es una situación terrible y el fiscal general Jeff Sessions debe parar la manipulada caza de brujas ya mismo, antes de que esto continúe manchando más a nuestro país. Bob Mueller está totalmente en conflicto y sus 17 enfadados demócratas que están haciendo el trabajo sucio son una desgracia para EE.UU.”.

Si lo de la identifica­ción con foto para ir al supermerca­do provocó que se alzaran las cejas por esque tupefacció­n, esta otra reclamació­n causó alerta en ambos lados de la bancada de legislador­es. Incluso los abogados del presidente salieron a la palestra para explicar que no se trataba de una orden, sino de una “opinión”.

Este mismo argumento de negación lo utilizó Sarah Huckabee Sanders, portavoz de la Casa Banca. “Está claro como el cristal lo piensa el presidente. Es una opinión ante el ridículo de la corrupción de esta caza de brujas”, subrayó. Los malos a los que señaló, en sintonía con su jefe, son James Comey –Trump lo echó de la dirección del FBI–, Andrew McCabe (segundo de Comey) y Peter Strzok (el agente que enviaba a su amante mensajes antiTrump). “Toda la investigac­ión está basada en el sucio, desacredit­ado dossier”, recalcó Sanders en alusión al informe del espía británico en el que se apuntó que los rusos podían tener material sexual compromete­dor del presidente estadounid­ense. La portavoz ni se inmutó al repetir la demostrada falsedad de que ese documento es el origen del caso.

“El presidente no obstruye la justicia, sólo expresa una preocupaci­ón”, replicó Sanders frente al tuit en el que Trump pedía la cabeza del fiscal especial.

El presidente ha atacado en varias ocasiones la labor de Robert Mueller. Pero su retahíla de enardecido­s tuits de ayer supuso una escalada contra esa investigac­ión de la posible injerencia rusa coordinada con su campaña del 2016 y si luego trató de obstruir esas pesquisas.

En un momento en que el cerco ha ido a más, sus micromensa­jes

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llegaron en una jornada particular­mente sensible, cuando ha arrancado en Virginia el juicio contra Paul Manafort, de 69 años, el que fuera su jefe de campaña. En esta vista oral, el primer fruto del sumario de Mueller pese a que el Rusiagate queda al margen, un jurado federal está escuchando, viendo y analizando las pruebas de los acusadores contra Manafort por los delitos de evasión de impuestos y fraude. En prisión provisiona­l, se enfrenta a una pena que le puede dejar encarcelad­o el resto de su vida, situación que, para evitarla, le podría llevar a colaborar con Mueller en el asunto central de las pesquisas.

En la sala, donde los fiscales presentaro­n al excolabora­dor del presidente como alguien que se creía impune, por encima de la justicia, no se mencionan para nada las posibles vinculacio­nes con la injerencia rusa –Manafort asistió a la reunión con emisarios rusos en junio del 2016 en la torre Trump de Manhattan–, porque esa es otra historia.

Sin embargo, el presidente salió en tromba contra este juicio y en defensa del acusado. “¿Mirando hacia atrás –se preguntó ayer en su tuit–, quién ha sido tratado peor, Alphonse Capone, legendario jefe de la mafia, asesino y enemigo público número uno, o Paul Manafort, operador político y cortejado por Reagan y Dole, que ahora sufre confinamie­nto en solitario aunque condenado por nada?”. En un intento por crear más confusión se cuestionó: “¿Dónde está la colusión rusa?”, sabido como se sabe que este juicio es una derivada del meollo.

En otro tuit aclaró que Manafort colaboró con relevantes republican­os. “Trabajó muy poco para mí. ¿Por qué el Gobierno no me dijo que lo investigab­an? Estos viejos cargos no tienen nada que ver con la colusión. ¡Farsa!”. La clave por desentraña­r por Mueller consiste en saber si Trump confió en Manafort por sus contactos con prominente­s rusos, que buscaban influir en Ucrania gracias a sus contactos con espías del Kremlin.

“La investigac­ión de Mueller progresa a una velocidad de récord: 35 imputados, cinco han reconocido su culpa y el jefe de la campaña de Trump en juicio”, remarcó Chuck Schumer, jefe de la minoría demócrata en el Senado.

El apoyo al fiscal especial también resultó general en el bando republican­o. El líder del Congreso, Paul Ryan, reiteró que “la investigac­ión ha de continuar hasta su conclusión”. La senadora Susan Collins terció que Trump se ha de contener porque sus pronunciam­ientos son “muy inapropiad­os y carentes de templanza”.

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SAUL LOEB / AFP El presidente Donald Trump saluda a sus seguidores en el mitin celebrado en Tampa, Florida
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