La Vanguardia

QAnon, la última conspiraci­ón del trumpismo radical

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En el mitin de Tampa del martes se pudieron observar rótulos con una Q en mayúscula. Ese símbolo también se veía en camisetas. Si bien la hostilidad contra los medios –“los enemigos del pueblo”, según el presidente– es condimento habitual en estas congregaci­ones trumpistas, hace un par de noches todavía se incrementó, en parte por la cada vez más acentuada presencia de este grupo “de culto” entre los seguidores más ultras del presidente, que están detrás de esa Q, abreviatur­a de QAnon. Se les describe como unos “trastornad­os” devotos de las teorías conspirati­vas, entre los que existe la idea de que hay un grupo de agentes del Gobierno cuya misión consiste en hacer la guerra al “Estado profundo” que amenaza al Ejecutivo de Trump. El asunto, detectado ya hace unos meses, subió de tono en Tampa, hasta el punto de que ayer le preguntaro­n a la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, si a Trump le parecían bien estas demostraci­ones en sus mítines. “El presidente está en contra de cualquier grupo que utilice la violencia contra otros individuos”, aclaró. Sin embargo, en línea con su jefe, apostilló que Trump “apoya la libertad de prensa”, aunque matizó que los medios tienen su responsabi­lidad en esos conflictos “porque desvelan con fuentes anónimas secretos y ponen a gente en peligro”. No se oyó una palabra de condena a este grupo que difunde falsedades por internet para crear un ambiente de animadvers­ión hacia los que no opinan como ellos. QAnon es primo cercano del pizzagate, el caso que llevó a un ultra a una pizzería de Washington armado con su rifle porque falsamente se difundió que allí había una trata de niños dirigida por Hillary Clinton.

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