El ejército de Zimbabue reprime a tiros la protesta por fraude electoral
Al menos tres muertos, mientras se aplaza el resultado de las presidenciales
Las buenas perspectivas de un proceso electoral tranquilo en Zimbabue quedaron arruinadas ayer en cuanto se anunció la victoria en las legislativas del muy institucional Zanu-PF, el partido del expresidente Robert Mugabe. Las protestas, inmediatas, de los partidarios de la oposición ante la sede de la Comisión Electoral derivaron en enfrentamientos y anoche se contaban al menos tres muertos. El Gobierno y la oposición se acusan mutuamente de provocar la violencia.
Las votaciones del lunes eran triples –legislativas, presidenciales y a los consejos locales– y ante el ambiente de protesta que se generó a primera hora la Comisión Electoral optó por no ofrecer ningún dato sobre la votación para un nuevo presidente del país hasta completar el recuento. Luego, con el primer muerto en la calle, aplazó el anuncio de los resultados. Los ánimos se caldearon especialmente después de que observadores electorales occidentales y africanos urgieran a que se diera este resultado lo antes posible. Para Ellen Jonhson Sirleaf, expresidenta de Liberia y al frente de una de las misiones de observación, “cuanto más se retrase, más se pone en cuestión la confianza de la población en el proceso electoral”.
Primero fueron unos cientos de manifestantes los concentrados ante la Comisión Electoral denunciando fraude. La policía los acusó de vandalismo, afirmó que no podía contenerlos y el ejército fue enviado al centro de Harare. Lo que nadie esperaba es que los soldados dispararan munición real. De los gases lacrimógenos y los cañones de agua de la policía se pasó a las balas.
Brigton Chizhande, presidente de la rama local de Médicos por los Derechos Humanos, confirmó que había al menos un muerto de un disparo cerca del corazón y que un número indeterminado de personas sufrían heridas profundas. Una de las víctimas mortales es un vendedor callejero de 42 años, Ishmeil Kumeni, que no participaba en la protesta. Es la primera vez que el ejército sale a la calle (y de qué manera) desde el golpe que destituyó a Robert Mugabe en noviembre del 2017 y puso en su lugar al vicepresidente Emmerson Mnangagwa, alias el Cocodrilo, quien se batía el lunes en las urnas con el joven abogado Nelson Chamisa, líder del Movimiento por el Cambio Democrático (MCD).
Chamisa hizo poco ayer por
Los observadores de la UE hablan de abusos y coacciones en un proceso electoral que parecía tranquilo
llamar a la calma. Cuando la comisión informó, a falta de tres escaños por atribuir, que el ZanuFP había obtenido 144 puestos y el MCD sólo 66, con lo que el viejo partido de Mugabe lograba una holgadísima mayoría, Nelson Chamisa dijo en Twitter que “esto es una estrategia para preparar mentalmente a Zimbabue para aceptar unos resultados falsos en las presidenciales. Tenemos más votos que ED –en alusión a Mnangagwa– . Hemos ganado el voto popular, lo defenderemos”.
La versión de la misión de observación de la Unión Europea venía a refrendar esa percepción, al señalar el “abuso de recursos del Estado, coacción e intimidación, actitudes partidistas por parte de líderes tradicionales –es decir, en favor del Zanu– y abierto partidismo en los medios de información estatales”. Esta era tan sólo la declaración preliminar de la misión europea, se esperan más.
Estas elecciones han sido las primeras sin Robert Mugabe en casi cuarenta años y se esperaba mucho de ellas; en las dos últimas décadas ninguna misión internacional de observadores había acudido a Zimbabue, por lo que se trataba de una gran ocasión para que fueran levantadas las sanciones que pesan sobre el país y para que la inversión extranjera regrese.