El rey Salman castiga a Tánger
Este año los tangerinos echan en falta, desolados, a su más ilustre visitante. El rey Salman de Arabia Saudí no ha acudido a su cita con la ciudad del Estrecho, una actividad habitual de los pasados veranos. La ausencia de Salman se presta a múltiples especulaciones políticas, aunque para los habitantes de la ciudad los motivos son lo de menos. La realidad es que este verano la economía de Tánger dejará de recibir un mínimo de unos 12 millones de euros, lo que gastaban el monarca saudí y su amplio séquito en algo más de 30 días de asueto.
Para una economía tan precaria como la de Tánger, la ausencia real supone un duro golpe. En torno a unas mil personas acompañaban al Servidor de los Santos Lugares, lo que se traducía en la reserva de unas 800 habitaciones en hoteles de lujo, con unos precios por noche de entre 200 y 500 euros, es decir, de media unos 240.000 euros por día. Y no sólo era el gasto en habitaciones. Hay que añadir el alquiler de unos 170 vehículos de alta gama (70.000 euros diarios).
“Quienes realmente han sentido la ausencia de Salman son la pléyade de camareros, conductores, empleados o jardineros que este año no pueden contar con esos ingresos, además de dueños y trabajadores de restaurantes, cafeterías o locales de diversión pública que van a dejar de percibir esos ingresos, lo que supone un durísimo golpe para la economía familiar de cientos de marroquíes”, comenta Hamid Achraf, responsable de una agencia de viajes de la ciudad.
Este año el rey Salman, de 82 años, no podrá disfrutar de las impresionantes vistas sobre el Atlántico de las que gozaba desde su palacio de ensueño en Tánger. Ha preferido permanecer en su país y pasar sus días de vacaciones en la región de Neom, situada cerca de las fronteras con Jordania y Egipto. Una zona en la que hasta hace unos meses únicamente había arena y piedras, pero que ha sido elegida por el heredero del trono, el príncipe Mohamed bin Salman, para llevar adelante un megaproyecto de construcción faraónica de 26.000 kilómetros cuadrados, que debe servir para crear trabajos, animar a la inversión extranjera y proporcionar nuevos espacios de libertad para los saudíes. Entre los edificios previstos, hay cinco palacios que serán construidos al estilo marroquí, de mucha mayor riqueza y gusto que las menos imaginativas construcciones saudíes. El secretismo sobre Neom es total y la zona está vetada a los civiles.
La ausencia de Salman demuestra, en opinión de algunos analistas, el pésimo estado de las relaciones entre Marruecos y Arabia Saudí, cuyo deterioro se remonta a junio del 2017, cuando el régimen de Riad, secundado por los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin, rompieron relaciones con Qatar, al que acusaron de promover el terrorismo y desestabilizar la región. Arabia Saudí dio por descontado que Marruecos se uniría, pero Rabat se negó a seguir el dictado y mantuvo sus relaciones con Doha, lo que provocó el enfado y la ira de los saudíes.
Aunque el rey Salman acaba de enviar un protocolario saludo a su homólogo Mohamed VI con motivo de la Fiesta del Trono, la realidad es que los saudíes llevan a cabo un indisimulado boicot a las iniciativas marroquíes, como se demostró el pasado mes de junio. Riad votó en la FIFA a favor de la candidatura de EE.UU. para organizar el Mundial de Fútbol del año 2020, y se negó a apoyar las pretensiones marroquíes, pese a tratarse de dos países árabes. Una decisión que sentó como una traición en Marruecos.
“Las relaciones están en su punto más bajo”, señala un portavoz del Ministerio de Exteriores marroquí, “pero las causas reales de la ausencia del rey Salman este verano estar más en los problemas internos de Arabia que en sus relaciones con Rabat”. No pocos expertos consideran que Salman habría decidido no abandonar la petromonarquía este verano por las tensiones internas que las decisiones del príncipe heredero han causado en el seno de la familia real. Salman habría decidido renunciar a su Tánger querido para apaciguar un conflicto que amenaza con estallar.
Marruecos pierde los 12 millones de gasto del monarca saudí, que veranea este año en su país
Los analistas señalan el pésimo estado de las relaciones entre Riad y Rabat