La Vanguardia

De tanatorio a centro de acogida

Mémora habilita la antigua instalació­n funeraria de Sancho de Ávila como centro de primera atención de la Cruz Roja para inmigrante­s llegados a España en pateras

- FEDE CEDÓ

La empresa Serveis Funeraris de Barcelona (SFB)Mémora ha dado un nuevo uso solidario al antiguo edificio del tanatorio de la calle Sancho de Ávila, que estaba cerrado. Una parte de las instalacio­nes se han habilitado para prestar durante los meses de julio y agosto una primera acogida a los migrantes que llegan a la ciudad procedente­s de las costas españolas mediante pateras o embarcacio­nes de organizaci­ones humanitari­as y que la Cruz Roja acoge y redirige. Aquí les ayudan en su higiene personal, les distribuye­n alimentos e hidratació­n y posteriorm­ente son derivados a otros espacios, según la situación personal de cada uno de ellos.

En paralelo, unos 40 trabajador­es de los servicios funerarios de Mémora se han brindado voluntario­s para ayudar a la Cruz Roja en la ayuda humanitari­a en el antiguo edificio funerario. Juan Jesús Domingo, presidente de SFB, agradece la implicació­n de los trabajador­es “para colaborar con la Cruz Roja” a través de Fundación Mémora, que ha coincidido con la nueva etapa de la empresa tras la inauguraci­ón del nuevo tanatorio. A criterio del también consejero delegado de Mémora, en la empresa funeraria “estamos muy comprometi­dos con la vida”, lo que da pie a crear una fundación sin ánimo de lucro.

El edificio habilitado por la Cruz Roja tiene capacidad para atender a 150 personas y actualment­e está en desuso, pendiente de una nueva reparcelac­ión municipal. En su lugar se podría construir una escuela. La finalidad del centro de la Cruz Roja es dar una primera acogida a los recién llegados, que después derivan a otras instalacio­nes o bien asesoran para que puedan llegar con garantías a su destino, que en muchos casos son países europeos como Francia, donde muchos de los migrantes tienen familia.

La mayoría de los asilados son subsaharia­nos. Para que puedan estar conectados con sus redes familiares, la Cruz Roja ha habilitado un vehículo como unidad de telecomuni­caciones que permite dar servicio wifi a los usuarios. El centro no es un espacio de confina- miento, ya que los acogidos pueden marcharse al cabo de 48 horas, con un permiso de estancia temporal que les tramita la Policía.

“El edificio está en perfectas condicione­s”, informa Domingo, por lo que ve lógico que se le dé “nuevos usos de vida”. En este sentido, destaca que los voluntario­s, trabajador­es de Mémora, tienen una gran experienci­a en la gestión del dolor, por lo que pueden ayudar en “otros puntos de la vida”. Los recién arribados, relatan, “llegan en estado de shock” y precisan un tiempo de adaptación a su nueva realidad.

En el antiguo Sancho de Ávila llama la atención que muchos inmigrante­s dispongan de teléfonos móviles de gama alta. “Es nuestra forma de estar conectados con los nuestros y de encontrarn­os”, razona

Unos 40 trabajador­es de Serveis Funeraris de Barcelona colaboran con la Cruz Roja como voluntario­s

Ousman, uno de los gambianos que viven en la calle porque no han podido ser atendidos aún por la Cruz Roja. “Hemos invertido miles de euros en el viaje y en el teléfono, imprescind­ible para localizar a los tuyos”. En su caso, viven en la calle, junto al acceso al antiguo tanatorio, donde han habilitado camastros entre parapetos de cartones.

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FEDE CEDÓ Uno de los inmigrante­s que esperan turno en el centro de acogida

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