‘Meister’ Domingo en Bayreuth
Plácido debuta en el podio del festival wagneriano y regala una versión más lírica que dramática de ‘Die Walküre’
Plácido Domingo se ha consagrado en vida como un artista planetario con pocos récords por delante. Acaba de debutar con una expectación inusitada en el foso mítico de Bayreuth, dirigiendo Die Walküre y convirtiéndose en el primer director musical español en conseguirlo en sus 107 ediciones. Sucedió el martes, y hay que decir que Domingo regaló una versión más lírica que dramática.
El maestro tuvo un primer acto tumultuoso, algo inexacto a veces, con caídas de tensión, y un segundo acto más lírico en acentos y detalles de fraseo y expresividad. En el tercero comenzó con una algo atropellada Cabalgata de las valquirias, para acabar con un Adiós de Wotan digno, sin ser inolvidable. ¿Era suficiente para el Bayreuther Festspiele?
Hablamos del único festival de ópera pensado, inaugurado y dedicado a un solo compositor, Richard Wagner, todavía en vida de este. Su primera edición fue en 1876 con el estreno del Ring y todavía hoy sigue siendo un eje musical central del verano alemán. No sólo porque Angela Merkel no se pierde edición anual –este año presidió el estreno de la nueva producción de Lohengrin–, sino porque la tradición, calidad contrastada y fama de su orquesta y coro lo mantienen como acontecimiento estival sin parangón.
Con la espantá de Roberto Alagna, quien renunció a última hora como nuevo Lohengrin, el protagonismo este año ha recaído en el tenor salvador, Piotr Beczala, como caballero del cisne, y en las batutas. Christian Thielemann, consagrado como el sumo sacerdote musical de Bayreuth, dirige este verano Lohengrin y Tristan und Isolde. Su éxito incuestionable no ha podido hacer sombra al mediático debut de Plácido como director musical de tres funciones extraordinarias de Die Walküre en la conocida producción de Frank Castorf.
Nunca se programa una ópera suelta de la Tetralogía en Bayreuth, y sin embargo, la inteligente invitación que Katharina Wagner, bisnieta del compositor y actual directora artística del Festspielhaus desde hace diez años, hizo a Domingo ha dado como resultado otra muestra del genio y la figura del baritenor madrileño.
Plácido inició su carrera como director musical en el podio de la New York City Opera en una Traviata, en 1973. Es decir que ya cumple 45 de carrera como maestro musical. ¿Qué mejor manera de hacerlo que debutando en Bayreuth, con su primera ópera de Wagner escenificada? La calurosa noche de este 31 de julio pasará a los anales de la vida de Plácido, pues su debut en un foso en el que han dirigido los mejores del mundo –desde Richard Strauss, Arturo Toscanini, Carlos Kleiber, Pierre Boulez o Herbert von Karajan– fue consensuado con cariñosos aplausos y, todo hay que decirlo, con algún “¡buh!”.
El reparto estelar estuvo encabezado por la soprano Catherine Foster, que cumplía precisamente su función número 50 como Brünnhilde en Bayreuth. Lo hizo con su potencia sin fisuras, junto al incólume tenor Stephen Gould en el papel del granítico Siegmund, la tersura y humanidad del bajo barítono John Lundgren como Wotan y la expresividad y adecuación estilística de la Sieglinde que hizo Anja Kampe. Fueron los cuatro solistas más aplaudidos.
Domingo, por su parte, todavía necesita más funciones para pulir fraseo y tempi, pero su batuta efec- tiva y concertadora supo dejar hablar a una orquesta con unos solistas de metal, viento y maderas excepcionales.
Junto con el nuevo Lohengrin que como producción ha sido algo fallido, los Meistersinger firmados por Barry Kosky ya en el 2017 son la mejor producción del actual festival: inolvidable Matthias Völle como Hans Sachs. Pero si hablamos de Meister, Plácido Domingo ha sabido ceñirse la corona y debutar en el foso como el director número 80 en la historia del Festival de Bayreuth, un Meister universal, una leyenda en vida.
Su debut fue consensuado con cariñosos aplausos y, todo hay que decirlo, con algún “¡buh!”