Pedro Sánchez veraneará en Doñana
El presidente del Gobierno descansará unos días en Las Marismillas, en el extremo onubense del parque nacional
Pedro Sánchez proseguirá la tradición establecida por todos los presidentes del gobierno desde que Felipe González reformó, en los años noventa, las instalaciones del palacio de las Marismillas, situado en el corazón del parque nacional de Doñana, un paraje de 10.280 hectáreas. Si no hay cambios de último momento, Sánchez; su esposa, Begoña Gómez, y sus dos hijas llegarán en la tarde del lunes o en la mañana del martes a este enclave natural, único en Europa, para disfrutar de unos días de vacaciones al igual que ya lo hicieron el propio González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, aunque no siempre en verano.
La familia presidencial permanecerá allí, en principio, hasta el día 17, cuando Sánchez acudirá a Barcelona para recordar a las víctimas de los atentados del pasado año en la capital catalana y en Cambrils. Posteriormente, su intención es seguir disfrutando de unos días libres en Mojácar (Almería), donde Sánchez y su esposa poseen un modesto apartamento. Unos planes que no están confirmados, porque los responsables de Presidencia desaconsejan vivamente esa idea por motivos de seguridad.
El palacio de Las Marismillas, propiedad de Patrimonio del Estado, se encuentra situado en el extremo sur de Doñana. Se trata de una construcción de estilo colonial que se ha utilizado también para albergar a visitantes ilustres como Tony Blair, Helmut Kohl o el rey Balduino de Bélgica. La comenzó a construir en el año 1912 el segundo duque de Tarifa y desde entonces ha pasado por diversas manos hasta que el Estado la expropió a la famimágicas”
lia Morenés, sus últimos propietarios privados. El palacio cuenta con un gran salón comedor (con una mesa de cinco metros de largo y paredes forradas en nogal), un jardín exterior, una pequeña piscina al estilo de las albercas que se utilizaban en el campo para el riego y 18 dormitorios con sus 18 baños respectivos.
Hasta que el Estado se hizo cargo de Doñana, la finca se utilizaba básicamente como punto de partida de cacerías, a las que era muy aficionado Alfonso XIII, como también el rey Juan Carlos. Francisco Franco llegó a plantear la posibilidad de desecar las marismas para poder llevar a cabo de manera más cómoda la actividad cinegética y establecer allí fábricas de celulosa. Un grupo de biólogos y conservacionistas de los años sesenta, entre los que se encontraban el suizo Luc Hoffmann, el español José Antonio Valverde y otros pocos héroes, lograron evitar ese crimen contra la naturaleza y dieron los primeros pasos para convertir Doñana en una joya del medio ambiente mundial.
El palacio de Las Marismillas, que ofrece la “paradisiaca soledad” de la que hablaba Fernán Caballero, suma una pléyade de ecosistemas y paisajes para disfrute de la familia Sánchez: marismas que se inundan y desecan anualmente, kilómetros de playa virgen, cordones de dunas móviles, pinares con ejemplares centenarios y unos amaneceres y puestas del sol como hay pocos en el mundo. A sus maravillas ecológicas, el paraje donde el presidente va a pasar estos días ofrece la ventaja más prosaica de que es prácticamente inaccesible y, por tanto, permite una vigilancia relativamente sencilla. Únicamente se accede en barco desde Sanlúcar de Barrameda o bien a través de una pequeña carretera forestal que parte de la popular localidad de Matalascañas, en todo caso dos entradas muy fáciles de controlar.
Y si la familia presidencial se cansa de la soledad del entorno y añora más actividad y ruido, puede trasladarse en barcaza hasta la zona de Bajo de Guía, en Sanlúcar, donde se encuentran algunos de los mejores restaurantes del país en cuestión de pescados y mariscos, como Bigote o Don Balbino. Establecimientos bien conocidos por el rey Juan Carlos, que era, hasta hace un tiempo, uno de sus más fieles comensales.