División republicana
El choque entre el partido de Trump y el de los Koch marca la división de los conservadores para gozo demócrata
Los hermanos Charles y David Koch, multimillonarios empresarios y principales donantes de causas conservadoras como el Tea Party, que dinamitó la agenda del presidente Obama, se enfrentan a su correligionario Donald Trump.
La palabra de un pintor: “No hay nada más surrealista, nada más abstracto que la realidad”. El pensamiento corresponde al italiano Giorgio Morandi –al que Fellini rindió tributo sacando varios de sus lienzos en La dolce vita–, y parece que ni pintado para esta era en la política estadounidense.
Al presidente Donald Trump se le ha de atribuir una condición mágica en su interferencia con la realidad. Sólo así se entiende que los hermanos Koch (Charles y David, si bien este se ha jubilado), los multimillonarios empresarios y principales donantes de causas conservadoras, los que alimentaron al Tea Party para dinamitar la agenda del presidente Obama y anatema para los liberales, de pronto emerjan de las tinieblas y los demócratas incluso les otorguen cierta gratitud.
Esto es la guerra entre el partido de Trump y el de los Koch. Que los principales financiadores de congresistas o senadores del GOP (Great Old Party) amenacen con cortar el grifo –unos 400 millones de dólares– provoca temor a los republicanos de cara a las legislativas de este año.
“Como demócrata kennediano, la visión de que Trump choque con los hermanos Koch hace que el mundo sea un lugar mejor. Esto es porque el mundo observa claramente la hipocresía y la falaperturismo sedad que cotidianamente corrompe la gran filosofía del que fuera conocido como el conservadurismo”, señala Brent Budowsky en un artículo en The Hill.
The New York Times ha descrito este choque como “una fea enemistad pública” al referirse al topetazo registrado esta semana.
La animadversión viene de lejos, alentada por Steve Bannon, estratega en jefe de Trump y arquitecto de las políticas nacionalistas y nativistas. Los Koch no dieron apoyo económico al candidato presidencial y se les atribuye la frase de que en el 2016, en la pugna con Hillary Clinton, el asunto se reducía a elegir “entre el cáncer o el ataque de corazón”.
Mantuvieron las apariencias, sin embargo, una vez que Trump llegó a la Casa Blanca. Ambas agendas casaron durante la primera época del mandato.
Los Koch, libertarios de convicción, se sentían correspondidos con el recorte de impuestos, la fiebre desreguladora –desmontando a Obama–, el revanchismo hacia el anterior ejecutivo o las nominaciones judiciales.
Aunque Trump habló de gobernar para “los hombres olvidados”, en su gabinete incorporó a varios con vínculos con los Koch, como el vicepresidente Mike Pence, el secretario de Estado Mike Pompeo o la secretaria de Educación Betsy De Vos.
Si bien ningún presidente ha servido a los Koch como Trump, también es cierto que, como defensores del comercio global y un hacia la inmigración, condenan la política de aranceles y la separación de familias en la frontera. El castillo de naipes se derrumbó el pasado fin de semana. Charles Koch aseguró ser capaz de sufragar a candidatos demócratas en los comicios de noviembre ante la constatación de que los republicanos secundan a Trump en su política tarifaria o de inmigración.
Pese a que muchos analistas vieron ese travestismo político como un farol, Trump entró al trapo. En un tuit les ha calificado de “chiste” o de “globalistas” (como insulto). “No necesito su dinero o sus malas ideas”, al tiempo que ha lamentado que, gracias a él, ahora son aún más ricos (lo que es verdad). “Charles Koch dice que trató mal a los ‘trabajadores extranjeros’. Está en lo cierto. América Primero”, ha recalcado.
“Trump y los Koch no son amigos, son aliados de conveniencia. Si los Koch creen que Trump pone en peligro su visión de la sociedad, la alianza se romperá rápido”, pronosticó ya en febrero Jim Geraghty en el magazine conservador National Review.
A los progresistas, en plena crisis de identidad, este descarrilamiento republicano les viene como agua bendita. Y mientras Bannon toca el cielo, por lo que ve como el castigo a los Koch, la editorial del The Wall Street Journal, diario amigo del presidente, le tocó la cresta. “Trump debe entender que sus oponentes políticos reales no son los Koch. Son los demócratas, que dicen apoyarlo en su iniciativa comercial pero que buscan imputarlo”.
GRANDES FINANCIADORES
Los hermanos Koch han pagado numerosas campañas en contra de la agenda Obama
LA REVANCHA
Trump les desprecia porque no avalan su política nacionalista y contra la inmigración