El PT proclama a Lula da Silva como su candidato a pesar de la prisión
El expresidente brasileño afirma que “quieren hacer una democracia sin pueblo”
La corrupción ha llevado a Brasil al caos político, y la demostración palpable es la lista de candidatos para las elecciones presidenciales de octubre, de resultado tan incierto como poco esperanzador. El país más grande y poblado de Latinoamérica vive al límite, y su clase política también. Hoy acaba el plazo legal para que los partidos celebren las convenciones para elegir a sus presidenciables y las principales formaciones apuraron hasta este fin de semana para escenificar el libreto.
Como estaba anunciado, el Partido de los Trabajadores (PT) proclamó ayer al candidato que tiene menos posibilidades de acabar postulándose, pero que tendría más probabilidades de ganar si finalmente concurriera a los comicios: el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, encarcelado desde abril.
Celebrado en São Paulo y lejos de representar un debate para la elección del candidato, el encuentro nacional del PT se convirtió en el enésimo acto para pedir la libertad de Lula. Preso en un recinto policial de Curitiba, el exsindicalista no estuvo obviamente presente, pero todas las figuras petistas que iban desfilando por el micrófono se referían al icónico líder como si estuviera allí. Mariana Dias, presidenta de la Unión Nacional de Estudiantes, fue la más elocuente: “Mi sentimiento es que Lula está aquí porque el día de su encarcelamiento nos pidió que fuésemos su voz”.
“Lula livre”, se leía en la camiseta roja de la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, sentada en el escenario y rodeada de los principales barones de la formación izquierdista, mientras en la pantalla gigante se proyectaban imágenes del líder ausente. Abajo, los militantes portaban máscaras con la cara de Lula, multiplicando la imaginaria presencia del candidato. “Somos millones de Lulas, como él nos pidió”, proclamó Hoffmann.
Tanta invocación no fue en vano, pues Lula se apareció mediante una carta leída en la convención en la que defendió el legado de su gobierno y se presentó como el único que puede recuperar la maltrecha economía brasileña y volver a combatir la desigualdad social, que se ha acentuado con el Gobierno del derechista Michel Temer. “Hoy nuestro pueblo está sufriendo. El hambre volvió a los hogares y mucha gente ya no tiene casa: está viviendo en la calle, se volvieron mendigos junto con sus hijos. Millones de trabajadores desistieron de buscar empleo, porque no hay”, escribió Lula. También denunció que “quieren hacer unas elecciones presidenciales con las cartas marcadas, excluyendo el nombre que encabeza la preferencia popular ”. Y concluyó: “Quieren hacer una democracia sin pueblo”.
Por su parte, Fernando Haddad, exalcalde de São Paulo (2013-2017), afirmó: “Soy de los que están convencidos de que vamos rumbo al pentacampeonato petista; vamos a ganar la quinta elección consecutiva”. Haddad es quien cuenta con más números para sustituir a Lula como candidato del partido en caso de que, como parece probable, el Tribunal Superior Electoral (TSE) rechace la postulación del expresidente. La ley conocida como Ficha Limpa, aprobada precisamente en el 2010 durante el segundo gobierno de Lula como manera de frenar a los políticos corruptos, impide que un condenado en segunda instancia pueda postularse a cualquier cargo de elección popular.
Aún no hace un año que el exmandatario fue condenado en primera instancia por el juez del caso Petrobras, Sérgio Moro, a nueve años y medio de cárcel por cobrar de una constructora un soborno en forma de un apartamento tríplex en una playa paulista que nunca habitó ni figuró escriturado a su nombre. En enero el Tribunal Regional Federal de Porto Alegre –segunda instancia– ratificó la condena y aumentó la pena a doce años y un mes. En abril el Tribunal Supremo rechazó un habeas corpus pedido por Lula, lo que supuso su rocambolesco y mediático ingreso en prisión. No obstante, el expresidente se considera un perseguido político y alega que tiene derecho a ser candidato mientras no agote todas las instancias judiciales.
En Brasilia, donde seis de sus militantes hacen huelga de hambre para pedir la libertad de Lula, el PT ha convocado una manifestación el 15 de agosto para formalizar ante el TSE la inscripción de su candidatura apostando nuevamente al límite, ya que ese día vence el plazo de presentación ante la máxima autoridad electoral. La última palabra la tendrá este organismo, que durante la segunda quincena de este mes dictaminará si Lula puede o no concurrir a los comicios del 7 de octubre.
Con cerca del 30% de intención de voto, el exmandatario lidera los sondeos, seguido del exmilitar ultraderechista Jair Bolsonaro, con un 17%. Si finalmente Lula no pudiera presentarse, el escenario electoral cambiaría radicalmente. Las encuestas indican que gran parte de sus votos no iría a Haddad o al candidato alternativo del PT, sino que se repartirían entre los centroizquierdistas Marina Silva y Ciro Gomes. En ese caso, Bolsonaro apenas subiría al 20% de los sufragios, aunque superaría a las otras opciones conservadoras, como Geraldo Alckmin o Henrique Meirelles, candidato impulsado por Temer, que ya es el presidente más impopular de la historia brasileña. La atomización conduciría a una segunda vuelta el 28 de octubre cuyos protagonistas, sin Lula en la carrera, son hoy más inesperados que nunca, aunque Bolsonaro y Silva tengan muchos números.
CARTA DE LULA “Quieren hacer unas elecciones presidenciales con las cartas marcadas”
ÚLTIMA PALABRA
El Tribunal Superior Electoral decidirá a partir del 15 de agosto si es candidato