La Vanguardia

Brasil, bajo la sombra de Lula

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DENTRO de dos meses se celebrarán las elecciones presidenci­ales en Brasil que marcarán el futuro de aquel país, hoy sumergido en una dramática situación de crisis. Con el expresiden­te Lula en prisión, condenado a doce años de cárcel por corrupción, encabezand­o los sondeos y con un exmilitar ultraderec­hista, Jair Bolsonaro, misógino, xenófobo y populista, pisando los talones del fundador del Partido de los Trabajador­es (PT), el horizonte que se abre es negro, negro.

Brasil es un ejemplo de país poderoso y mal gestionado, hasta el punto de que hoy se encuentra más cerca de un Estado fallido que de su consolidac­ión. Con una derecha extractiva monopoliza­ndo el poder durante decenios en el siglo XX, el país ha sido pasto de las desigualda­des. El acceso del PT de Lula a la presidenci­a, en el 2003, significó un giro espectacul­ar en las políticas sociales. Hasta el 2014, 30 millones de personas salieron de la pobreza extrema y otros tantos accedieron a las clases medias, hasta constituir el 60% de la población. Unas cifras espectacul­ares. Pero de golpe, todo se vino abajo. La gestión de la heredera de Lula, Dilma Rousseff, fue horrible: la caída del PIB del 7% provocó un aumento del paro, el desánimo de las clases medias y una serie de denuncias por corrupción que acabaron con la presidenta y las esperanzas de futuro. Unas esperanzas que ha terminado de arrumbar el actual presidente, el neoliberal Michel Temer.

El prisionero Lula ha sido elegido candidato del PT, pero es prácticame­nte imposible que los jueces lo autoricen. Se barajan algunos nombres de posibles sustitutos, como el del exalcalde de São Paulo Fernando Haddad, pero la toxicidad que representa para algunos el PT disminuye sus posibilida­des. Enfrente, Jair Bolsonaro hace de la rabia y la intoleranc­ia el eje de su campaña. Pero el alto nivel de desaprobac­ión que despierta también rebaja sus expectativ­as. Del resto de los candidatos, Gerardo Alckmin tiene el lastre del mínimo nivel de popularida­d de Temer.

La popularida­d de Lula sigue siendo muy alta, ya que los suyos le consideran víctima de un complot de la derecha para destruirle y acabar con la hegemonía del PT. Pero no es fácil que su partido recupere la presidenci­a. ¿Entonces? Afirma Marcelo Neri, investigad­or de la Getulio Vargas de Río, que Brasil “es un caso extremo dentro del momento general de actitudes extremas”, por lo que “hay una falta total de esperanza”. Ciertament­e, no parece que aquel gran país esté en condicione­s de salir de la crisis política, económica y social que le atenaza, aunque sigue siendo un gran país.

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