Un pacto de ciudad para Barcelona
CUATRO partidos de la oposición en el Ayuntamiento de Barcelona –PDECat, ERC, Ciudadanos y el PSC– han forzado la convocatoria extraordinaria de mañana miércoles de la comisión de Seguridad ante el deterioro que vienen sufriendo la convivencia y el civismo en la capital catalana, y en la que piensan pedir a la alcaldesa Ada Colau que dimita como concejal responsable de Seguridad y Civismo, cargo que ella misma asumió de forma voluntaria.
La petición de esta reunión, también apoyada por el PP, se produce después de que un turista americano fuera agredido por un mantero y ante la reiteración de situaciones como peleas o actos de incivismo. La oposición exigirá que se hagan cumplir las ordenanzas municipales y denunciará la, a su juicio, incapacidad de Colau para dar respuesta a estos problemas. Los grupos opositores consideran que hay permisividad y pasividad en el equipo de gobierno y creen que la alcaldesa –de vacaciones estos días– no gestiona de forma adecuada un área tan compleja.
La oposición ejerce su tarea ante una situación ciertamente seria y que se ha degradado cada vez más. Ello forma parte del juego político, especialmente a nueve meses de las elecciones municipales, razón por la que no piensan plantear ahora una moción de censura. Pero la reunión de esta comisión debería servir también para que, además de denunciar los problemas, todos los grupos municipales intenten trabajar para hacer posible un pacto de ciudad que permita poner las medidas, las decisiones y las energías necesarias para que Barcelona pueda revertir esta situación.
Narcopisos, proliferación desenfrenada del top manta con altercados cada vez más violentos, seguridad privada en algunos barrios ante la escasa o nula presencia de la Guardia Urbana, el ataque a un Bus Turístic... son ejemplos que evidencian que el incivismo está ganando terreno en Barcelona. El problema del incivismo no es de este año ni del anterior. Viene de lejos y hasta ahora ninguna administración municipal barcelonesa ha sabido ponerle freno. Pero la situación se ha deteriorado en especial en los últimos años, coincidiendo con una actitud remisa de las autoridades municipales a valorar la labor de la Guardia Urbana –por un prejuicio mal entendido heredado de su pasado activista– y a dotarla con los recursos necesarios.
Por ello creemos que este debe ser el punto de inflexión para que todos los partidos apuesten por recuperar el espíritu de tolerancia y civismo en la ciudad. No es tarea fácil, y menos cuando vemos que reacciones como la del director del Plan Estratégico de Turismo del Ayuntamiento ante la agresión al turista americano, mandando literalmente a la mierda a los críticos con Cola u, son arropadas por el equipo de gobierno. Si a un alto cargo municipal no le gustan las críticas, mejor será que piense en dimitir cuanto antes.
Barcelona no puede esperar más. La ciudad merece que sus representantes trabajen para cambiar esta situación. Gobierno municipal y oposición han de ponerse a la labor antes de que el tema se escape definitivamente de las manos para recuperar Barcelona para sus ciudadanos haciendo que se cumplan las normas y ordenanzas y, si se cree conveniente, aprobando las que sean necesarias. Estamos convencidos, además, de que para esta tarea contarán con el apoyo de toda la sociedad civil, desde gremios y asociaciones de comerciantes hasta entidades culturales y asociaciones de vecinos. Queremos un pacto de ciudad para Barcelona que devuelva a la capital catalana la imagen de urbe acogedora, cosmopolita, tolerante y cívica, donde las leyes se cumplen y se hacen cumplir y la convivencia entre barceloneses y visitantes sirva para enriquecerlos a ambos.