Fechas para evitar tentaciones
En los años ochenta los neoconservadores norteamericanos explicaban su lógica política de esta forma: “Cuando uno tiene en su poder un martillo lo más probable es que acabe dándole con fuerza al clavo”. En los próximos tres meses vamos a vivir fechas que, como si se tratara de clavos, tanto el independentismo encarnado por Puigdemont como la nueva derecha por Pablo Casado van a estar tentados de golpearlas con dureza.
La secuencia de fechas empezará el 17 de agosto, en que se rememorará el fatídico día que se produjeron los atentados terroristas en Barcelona y Cambrils; una tragedia que algunos quieren aprovechar para evidenciar el choque institucional entre el Gobierno de Catalunya y la monarquía española.
Los próximos 7 y 8 de septiembre se subrayará cómo se violentó la ley y al Parlamento catalán para aprobar una ilegal ley del Referéndum y la ley de Transitoriedad y Fundacional de la República. Muchos criticarán al independentismo por saltarse el Estado de derecho y serán muy pocos los que intentarán abrir el debate sobre los límites de la actuación política cuando choca contra la opinión mayoritaria de los ciudadanos.
El 11 de septiembre se ha convocado una manifestación con el eslogan “Fem República”, propuesta como un nuevo acto de fuerza destinado a mantener viva una República que sigue perteneciendo al mundo de las ideas y no de las realizaciones.
El 1 de octubre se conmemorará el primer año del referéndum ilegal en el que se vivieron actos de violencia policial contra los votantes. La fuerza simbólica del 1 de octubre se enfrentará a la ilegalidad del referéndum.
El 3 de octubre se volverá a pedir al rey de España que se disculpe por el discurso en el que pedía retornar al marco de la Constitución y del Estatut d’Autonomia. Nadie parece dispuesto a realizar una autocrítica que permita entender el marco en que se produjeron dichas declaraciones.
El 27 de octubre se proclamó unilateralmente “el Estado independiente en forma de República” que, a su vez, desembocó en la aprobación en el Senado español de la aplicación del artículo 155 que suspendía de sus funciones al Govern de la Generalitat.
La tentación de utilizar el martillo desde ambos frentes debería revisarse, pues ese mismo martillo, en el 2017, sirvió para abrir grandes boquetes en las paredes de las instituciones, tanto españolas como catalanas.