La Vanguardia

“No estamos como otros años”

Antonio Serrano analiza el curso de su pupilo, Adel Mechaal, que hoy debuta en los 10.000 m

- SERGIO HEREDIA Berlín Enviado especial

–No estamos tan bien como otros años. Debo reconocerl­o.

Eso dice Antonio Serrano (53), el técnico de Adel Mechaal en Madrid.

Y a continuaci­ón desglosa la lista de contratiem­pos:

Un mal gesto en el invierno, mientras disputaba el cross de Yecla, lastimó la cadera de Mechaal. Luego le retrasaron unas fiebres. En abril, la lluvia, el viento y el frío le impidieron entrenarse como debía en la altura de Font Romeu, donde había ido a concentrar­se por unos días: tuvo que bajar a entrenarse al nivel del mar. Molestias en la espalda... En mayo Mechaal no funcionaba, y no había manera de descubrir los motivos hasta que le detectaron un flemón en la boca...

–No todos los años van a ser igual de buenos; al Europeo llegamos en condicione­s aceptables, pero no como lo hemos hecho en otras ocasiones –dice Serrano, acaso resignado.

–¿Y qué va a pasar? –Mechaal tendrá que tirar de galones, del prestigio que se ha ganado en los últimos años. Veremos.

Esta tarde, Adel Mechaal (27) buceará en una nueva dimensión. Disputará los 10.000 m en el Europeo de Berlín (20.20 h), un compromiso que nunca había explorado antes: el año pasado, en los Mundiales de Londres, había acabado cuarto en el 1.500. –¿Por qué ese salto?

–En mayo le hice probar un 10.000 para ver cómo se desenvolví­a. También buscábamos la mínima europea, no le voy a engañar (marcó 27m50s56, la quinta marca europea este año). Al fin y al cabo, lo que no queríamos es cruzarnos en Berlín con los fenómenos noruegos y encima hacerlo cansados. Estos tres hermanos Ingebrigts­en ya dominan todo el mediofondo...

La decisión es lógica. Hay tres días de descanso entre el 10.000 y el 5.000, distancia que Mechaal también asume en Berlín (el 5.000 se corre el sábado).

–Y en cambio, la final del 1.500 y la de 5.000 iban pegadas. Y ya se sabe, que estas jornadas son muy largas. Hay que pasar controles antidopaje de noche. Hay lentas entregas de medallas... De un ajetreo así no te recuperas en un día.

–¿Y qué tipo de 10.000 le interesa a Mechaal?

–Le conviene una carrera a ritmo medio. Es un atleta de 1.500, en teoría más rápido que sus rivales, pero su retraso en el estado de forma le lastra. Si no le sacan de punto, se va a defender. Lo ideal es un ritmo llevadero, que se empiece a correr a partir de la séptima vuelta o algo así (en el 10.000 son 25 vueltas). Al fin y al cabo, tampoco hay tantos europeos capaces de bajar de los 28 minutos.

–¿A quiénes temen?

–A Ringer, que estaba muy bien en mayo pero ahora es una incógnita. A Vernon, el inglés, siempre peligroso. Y a los tres turcos, de quienes sabemos muy poquitas cosas porque no han competido.

Para preparar este compromiso, Mechaal ha organizado un par de concentrac­iones. En marzo se hizo la maleta y se fue a Adís Abeba, a exprimirse en la altitud de Etiopía durante un mes. Allí se llevó a Said, uno de sus seis hermanos, especialis­ta en 10.000 m, que le ayudaba en las series.

–Y yo también me fui con ellos por unos días –cuenta Serrano.

Noticias de allí hablaban de entrenamie­ntos agotadores. Jornadas de tres sesiones, con tiradas de hasta 35 kilómetros o con series sobre el tartán de las pistas que Kenenisa Bekele construyó en su resort. Hay que pagar nueve euros diarios para entrenarse allí.

–Por ahí veíamos a Mo Farah –cuenta Serrano, subrayando el tedio que acompaña a esas citas.

Cuando el atleta no se entrena, descansa. En un centro de entrenamie­nto en Etiopía, el tiempo pasa despacio. El ocio escasea y la cabeza le da vueltas a las cosas.

Mechaal lleva dos años subido a una montaña rusa. En junio del 2016, volaba: había sido plata europea en los 5.000 m de Amsterdam. Y luego se le complicó la vida. Ocurrió en vísperas de los Juegos de Río. Se dirigía al aeropuerto cuando le comunicaro­n que su presencia sería vetada. Los organismos antidopaje informaban de que Mechaal se había saltado tres controles a lo largo del año. Los abogados recurriero­n. Mechaal recibió una suspensión provisiona­l de la orden y compitió en los Juegos. Lo hizo descentrad­o. No pasó rondas.

Así vivió durante un puñado de meses, más de medio año de incertidum­bre, a la espera de una sentencia definitiva. En ese lapso, cambió Palamós por Madrid y se puso a las órdenes de Antonio Serrano. Ganó cosas importante­s, incluidos los 3.000 del Europeo en sala, antes de que el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) le absolviera. Lloró ante los periodista­s. –He pasado un año sin dormir. No sabéis lo que es esto –dijo.

CORTO DE FORMA

“No todos los años son igual de buenos; a Berlín llegamos en una condición aceptable”, dice Serrano

LISTA DE CONTRATIEM­POS

En invierno, Mechaal se lastimó una cadera; en Font Romeu le lastró el mal tiempo; en junio, una muela

EXPERIMENT­O EN LAS 25 VUELTAS

“Le hice subir al 10.000 para probarle, pero también para evitar a los fenómenos noruegos”

TEMPORADAS COMPLICADA­S

Mechaal aún recuerda su mala experienci­a del 2016: el TAS tardó un año en absolverle por dopaje

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ALEJANDRO GARCÍA / EFE Adel Mechaal, en cabeza del grupo, durante la reunión de Barcelona, en junio
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