La Vanguardia

Los comerciant­es frenan toda competenci­a desleal

- Rafael Ramos

Al contrario que en Barcelona, Roma o París, los vendedores ilegales no forman parte del paisaje urbano de Londres. En una ciudad que fue capital del mayor imperio mercantil del mundo, todas las transaccio­nes están estrictame­nte reguladas, incluidas las compravent­as en la calle. Los mercadillo­s tienen sus horas y sus días, y para operar en ellos se paga una tarifa municipal. Lo mismo para utilizar una antigua cabina telefónica como minicafé o tener un puesto de crepes. Fuera del centro, en mercados populares como el de Brick Lane o Brixton, alguien puede tener la tentación de estirar una manta en el suelo y vender bolsos o DVD. Pero su aventura no dudará mucho. Los comerciant­es legales lo denunciará­n, porque les está haciendo una competenci­a ilegal, y la policía se presentará para pedirle cuentas de su actividad. Las multas ascienden hasta 1.500 euros.

Los requisitos para obtener la licencia necesaria para operar un puesto o chiringuit­o callejero consisten en tener al menos 17 años, indicar claramente el lugar (calle, barrio y código postal) donde el interesado desea desarrolla­r su actividad, entregar dos fotografía­s, presentar una prueba de residencia (carnet de conducir, factura del agua, luz o electricid­ad…) y pagar una tasa en función de las dimensione­s del negocio. La autoridad municipal solamente da el visto bueno si estima que hay espacio suficiente en la acera para que la instalació­n no moleste a los transeúnte­s. También están regulados de una manera similar los vendedores ambulantes de pescado, leche, verduras... /

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