Los comerciantes frenan toda competencia desleal
Al contrario que en Barcelona, Roma o París, los vendedores ilegales no forman parte del paisaje urbano de Londres. En una ciudad que fue capital del mayor imperio mercantil del mundo, todas las transacciones están estrictamente reguladas, incluidas las compraventas en la calle. Los mercadillos tienen sus horas y sus días, y para operar en ellos se paga una tarifa municipal. Lo mismo para utilizar una antigua cabina telefónica como minicafé o tener un puesto de crepes. Fuera del centro, en mercados populares como el de Brick Lane o Brixton, alguien puede tener la tentación de estirar una manta en el suelo y vender bolsos o DVD. Pero su aventura no dudará mucho. Los comerciantes legales lo denunciarán, porque les está haciendo una competencia ilegal, y la policía se presentará para pedirle cuentas de su actividad. Las multas ascienden hasta 1.500 euros.
Los requisitos para obtener la licencia necesaria para operar un puesto o chiringuito callejero consisten en tener al menos 17 años, indicar claramente el lugar (calle, barrio y código postal) donde el interesado desea desarrollar su actividad, entregar dos fotografías, presentar una prueba de residencia (carnet de conducir, factura del agua, luz o electricidad…) y pagar una tasa en función de las dimensiones del negocio. La autoridad municipal solamente da el visto bueno si estima que hay espacio suficiente en la acera para que la instalación no moleste a los transeúntes. También están regulados de una manera similar los vendedores ambulantes de pescado, leche, verduras... /