Peleteiro se hace mayor
La triplista, una promesa en su época júnior, se abre paso con un bronce
Anoche en Berlín, todo se resolvió en la primera ronda.
Ana Peleteiro (22) se proyectó hasta los 14,42 m en su primer intento y a partir de entonces se dedicó a contemplar a sus rivales por el retrovisor. Se esperaba un último salto grandioso, uno que la proyectara hasta los 14,60 m que lucía la líder, la griega Paraskevi Papahristou, pero aquel hito nunca llegó.
Le importó poco a Peleteiro: al fin y al cabo, llevaba mucho tiempo soñando con verse así. En el podio de un Europeo. Su podio, que coincidió en el tiempo con el bronce de Orlando Ortega en los 110 vallas, elevó a cuatro la cosecha de España.
Peleteiro fue a hacerse mayor en una competición comprometida. La cosa estaba seria. Contaban los expertos, en los prolegómenos, que había seis saltadoras para tres medallas. Seis atletas en un abanico de 19 centímetros, una diferencia salvable en un día de particular inspiración.
Es un concepto puramente estadístico, y por lo tanto virtual, aunque a veces devastador.
Bajo presión, no todos rinden de la misma manera.
Eso lo sabe Iván Pedroso, el técnico de Peleteiro: el cubano trabajó siempre muy bien ese concepto, el de la presión.
–Hace dos años, Pedroso le devolvió la vida a Peleteiro –contaba a este diario un técnico del atletismo español.
–¿En qué sentido?
–Le abrió su puerta. En realidad, aquella ya era la única puerta que le quedaba a la muchacha. ¿Sabe qué hizo Pedroso con ella? –Dígame.
–La puso a la cola del grupo, como si fuera la última de la fila. Detrás de Yulimar Rojas o de Nelson Évora, algunos de los talentos que ya tenía en el equipo. Le infringió una cura de humildad. Y desde allí abajo, la fue reconstruyendo. Y mírela.
De alguna manera, Peleteiro ha sido una nómada del atletismo. Tenía 21 años y ya había quemado etapas en un abanico de destinos. En su Galicia originaria. En la Blume de Madrid. Y luego, en Portugal. Y al final, en Guadalajara, el segundo hogar de un puñado de atletas cubanos. Son un montón los que han pasado por Guadalajara, muchos de ellos saltadores. Tenemos a Joan Lino Martínez. O a Lázaro Betancourt. O incluso el gran Javier Sotomayor, cuyo récord mundial todavía está luciendo en las alturas.
Entre ellos también estaba Iván Pedroso.
Podría escribirse un libro acerca de Pedroso, acerca de aquellos nueve metros con excesivo viento a favor, un registro de los años noventa que él considera válido pero que el juez anuló. O acerca de sus nueve títulos mundiales y de su oro olímpico, el de Sydney 2000.
Pero hoy no toca hablar de él, sino de Peleteiro, en realidad un producto de Pedroso, por cómo la ha reformateado, guiado e inspirado. Allí estaba ayer Pedroso, lanzándole indicaciones desde la grada, el mismo técnico que le ha reeducado en eso que se llama entrenamiento invisible.
Qué comer, cuánto descansar, cuándo pasar por el fisioterapeuta, cuándo hay que parar si nos duele un músculo...
La apuesta dio frutos este invierno. Un bronce arrancaba en el Mundial indoor de Birmingham, su primer hito como sénior. Tres kilos y medio de peso había perdido Peleteiro desde que la entrena Pedroso.
Tiene lógica.
Más ligero, más se vuela. Tener a Pedroso como guía ha sido providencial para Peleteiro, un talento natural que se había presentado en el imaginario internacional en el 2012, en el Estadi Olímpic de Montjuïc, al proclamarse campeona del mundo júnior, y que luego se iba perdiendo, una mente acaso dispersa, empeñada en hablar de una hipotética carrera como modelo. No.
Había que bajarla a tierra. –La perdíamos –insiste esta fuente de la Española, que ahora celebra la consagración de una atleta estupenda, tal vez el faro de la joven revolución del atletismo en nuestro país, esa de la que habla Raúl Chapado, el presidente del atletismo español –había sido un estupendo triplista, igual que Peleteiro–, y que incluye a María Vicente, Jaël Bestué y Sara Gallego.
LA TRANSFORMACIÓN
“Iván Pedroso devolvió a Peleteiro a la vida; le abrió la última puerta que le quedaba”, dice un técnico
EL FUTURO
La triplista forma parte de esa revolución del futuro que incluye a María Vicente, Jaël Bestué o Sara Gallego