El reto de la integración de los jóvenes
Desde hace dos veranos, participa en las colonias que organizamos para menores en situación de vulnerabilidad una monitora voluntaria que cuando era niña había venido becada a estas mismas actividades. Cumplidos los 18 años ha decidido devolver el apoyo recibido ejerciendo como monitora. Este año, incluso, ha renunciado a un trabajo remunerado para poder dedicar una semana a atender niños y niñas. Esta chica había llegado a los 12 años a Catalunya con su familia procedente de Marruecos. Explica, satisfecha, el bien que le hicieron las colonias y que junto con el centro socioeducativo y la escuela son la clave de su integración en Catalunya. Estudia en la universidad.
Desgraciadamente, llegar a la universidad es un hecho demasiado excepcional para los jóvenes procedentes de la inmigración. Un estudio reciente de la UAB señala que el fracaso escolar de los jóvenes inmigrantes de primera y segunda generación duplica el de los autóctonos. La solución pasa como mínimo por una mayor personalización en la educación a todos los niveles, así como la ayuda especializada a los que puedan tener dificultades en el aprendizaje (dislexia, TDAH, autismo, etcétera).
El viernes hará un año de los atentados en Barcelona y Cambrils. Nunca sabremos si el autor principal, Younes Abouyaaqoub, un joven que había participado esporádicamente en un servicio social de baja intensidad –aula de informática–, hubiera podido evolucionar de forma diferente si hubiera tenido una buena red social, plural y próxima.
La identidad de los jóvenes se construye a partir del entorno familiar y social. La familia y la escuela influyen de forma significativa, pero si cuando se acaba la primaria no hay más oportunidades, encerrarse en uno mismo y en las redes sociales es fácil. La adolescencia y la juventud son
¿Quién orienta a los jóvenes, migrantes o no, que dejan la escuela sin un aprovechamiento suficiente?
una etapa determinante en la construcción de trayectorias vitales. Hay que ofrecer referentes y oportunidades en este periodo de desarrollo.
¿Quién orienta a los jóvenes, migrantes o no, que han abandonado la escuela sin un aprovechamiento suficiente? ¿Qué referentes positivos tienen? ¿En qué entornos integradores se mueven?
Por dignidad, con voluntad de acompañar su desarrollo e incluso preventivamente respecto de dependencias o radicalizaciones, conviene apoyar las iniciativas sociales de atención a los jóvenes. Es imprescindible invertir en integración social tanto a escala económica como desde la dedicación social a estos jóvenes.
La llegada constante de menores migrantes no acompañados requerirá unas políticas educativas y sociales efectivas. Es imprescindible que a los jóvenes los reciba una sociedad que les ofrezca oportunidades, donde puedan ser aquello que quieran ser, aportando su talento y su compromiso. Como lo ha hecho este verano nuestra monitora voluntaria durante las colonias, acompañando a los niños en su crecimiento como personas.