El mayor pensador económico de la periferia
SAMIR AMIN (1931-2018) Economista y politólogo
Las primaveras árabes ¿coincidirán con este otoño del capitalismo? Es la duda que fundamenta Le Monde arabe dans la longue durée (el mundo árabe a largo plazo), el último libro del economista francoegipcio Samir Amin, referencia del análisis neomarxista, fallecido a sus 86 años de un tumor cerebral en París, donde se había doctorado en ciencias políticas y economía.
Macky Sall, presidente de Senegal, tuiteó: “El pensamiento económico contemporáneo pierde a una de sus más ilustres figuras”. Y presentó sus condolencias, en nombre de toda la nación, a quien había sido un vecino más de Dakar, “el hombre que consagró toda su vida al combate por la dignidad de África, la causa de los pueblos y los desposeídos”.
También desde Dakar, el economista senegalés Chérif Salif Sy reveló que “un breve periodo de pérdida de memoria y sufrimiento, causados por el tumor cerebral, precedió su muerte”. Y lamentó la pérdida de “un gran pensador y un militante”. Le hizo eco, en París, Pierre Laurent, secretario nacional del Partido Comunista: “Los internacionalistas nos sentimos hoy un poco huérfanos”.
Considerado uno de los más importantes teóricos de las relaciones de dominación norte-sur, del marxismo y del maoísmo, cabeza pensante de los movimientos alter, Amin analizó el derecho, la sociedad civil, el socialismo, el colonialismo y el desarrollo, en particular en África y en el mundo árabe.
Según Hakim Ben Hammouda, exministro tunecino de Economía y Finanzas, “Amin es probablemente el único economista del Tercer Mundo estudiado en todas las universidades”. También, “el primero que introdujo, con rara inteligencia y verbo crítico, la voz del sur en el análisis económico, que analizó los mecanismos de la economía mundial como una marginalización de la periferia y que postuló, mucho antes del altermundialismo, la posibilidad de otro mundo, más solidario”.
Niñez en El Cairo, en donde nació el 3 de septiembre de 1931, de madre francesa y padre egipcio, de la burguesía copta, de gran sensibilidad social y política. Un ámbito que contribuyó a forjar su ideología. Tras sus estudios en el liceo francés de Port Said, desembarca en 1947 en un París liberado en todos los sentidos.
En junio de 1957 su tesis doctoral relaciona los orígenes del subdesarrollo con “la acumulación capitalista a escala mundial”. Es el meollo de su análisis crítico del sistema económico mundial y le valió elogios incluso en el medio académico francés, que no se distinguía por su indulgencia hacia trabajos de inspiración marxista.
De la teoría a la práctica, entre 1957 y 1960 colabora con el Gobierno egipcio y con el de Mali, antes de ser nombrado catedrático en universidades francesas. Pronto cambia el confort universitario europeo por la incertidumbre de los países en desarrollo.
En 1970 publica L’Accumulation à l’échelle mondiale (La acumulación a escala mundial) y en 1973 trata “el desarrollo desigual” en un “ensayo sobre las formaciones sociales del capitalismo periférico”. Casi como un corolario, en 1988 con otro libro, La déconnexion, recomienda que el tercer mundo “se desconecte del sistema capitalista mundial con una internacional de los pueblos”.
Amin era pesimista sobre “el futuro de un capitalismo sin crecimiento sostenido”. Pero sin augurarle muerte natural. “A mayores contradicciones internas, mayor agresividad”, diagnosticaba. Y denunciaba “lo que salta a la vista: crece la desigualdad en la distribución de riquezas dentro de cada sociedad: el estancamiento de unos frente a la globalización de otros”.
Si Amin anticipó los movimientos alter, por una especie de justicia histórica, ellos lo rescataron del círculo estrecho aunque influyente del think thank que creó en Dakar y que reunía pensamiento crítico periférico.
En efecto, el derrumbe de gobiernos populares, el neoliberalismo triunfal de Reagan y Thatcher y los ajustamientos presupuestarios promovidos en el sur por las políticas del Banco Mundial y el FMI desvincularon su pensamiento del activismo. El siglo XXI devolvió esa relación entre ideas y actos, en un movimiento pendular que Amin hubiera podido titular, en alusión a uno de sus libros mayores, la conexión.