Una crisis anunciada
La de Turquía es una crisis con tres vertientes. La primera es política, porque Erdogan se enfrentó a Trump, y este impuso al país otomano duras sanciones por la detención de un pastor evangélico que, aparentemente, había mantenido contactos con rebeldes kurdos, mientras que Trump sigue sin aceptar la extradición de un líder religioso con residencia en Estados Unidos, al que Erdogan atribuye la inspiración del golpe de Estado de hace un año. La vertiente económica es la típica de un país en el que más de 2.300 empresas se dejaron llevar por la tentación de endeudarse en monedas de bajos tipos de interés (euro y dólar americano) creyendo que podrían pagar fácilmente los intereses y devolver el principal de los préstamos. En este sentido, se repiten los errores de la quiebra de varios países del Sudeste Asiático en 1998 y de Argentina en el 2001.
Las represalias de Trump agravan los problemas monetarios de Turquía, porque al imponer aranceles abusivos provocó un pánico en el mercado de divisas que vendieron la moneda nacional y atesoraron oro, dólares y euros. En lo que va de año, la lira se ha depreciado un 40% y no han bastado las ventas de activos del banco central que el yerno de Erdogan (ministro de Finanzas) ofreció colocar en los mercados cuando la Bolsa de Estambul caía en picado. En esos casos los especuladores lo toman como una confirmación de que lo peor está por llegar. Hace cinco años, con 2 liras se compraba un dólar. El lunes un dólar valía 6,90.
La tercera causa tiene que ver con la balanza de pagos corriente. Cuando es negativa significa que el sector público recauda menos de lo que gasta y que el ahorro nacional no cubre la inversión. La consecuencia es que el país pierde reservas de divisas y tiene que endeudarse todavía más. Según Financial Times, un informe de ABN Amro señalaba que Turquía no podrá hacer frente a sus necesidades de financiación, que suman 218.000 millones de dólares. Se
¿Está Erdogan en condiciones de negociar un rescate como el conseguido hace meses por Argentina?
han producido fugas de capitales y no se registran entradas. La sangría de la moneda es consecuencia de que los especuladores venden a plazo la moneda nacional contra euros y dólares. En el mercado en el que se asegura la deuda pública, los famosos CD (del inglés, credit default swaps, una especie de primas de seguros contra una posible quiebra de la deuda soberana), los precios se han desorbitado. Esta situación preocupa al presidente del BCE, Mario Draghi, porque tres grandes bancos de la zona euro están comprometidos en Turquía: BNP (Francia), BBVA (con prudentes coberturas) y un banco de Italia. ¿Está Erdogan en condiciones de negociar un plan de rescate, como el que consiguió recientemente Argentina? Depende, porque en el FMI Estados Unidos tiene un peso decisivo.