El Gobierno italiano retirará la concesión de Autostrade
Las tareas de rescate del puente hundido continúan y la cifra de muertos se eleva a 39
Génova despertó ayer incrédula y sumida en el dolor y la rabia al día siguiente del derrumbe del viaducto Morandi, una catástrofe que era previsible y que ha causado al menos 39 muertos.
Las calles de Génova estaban ayer prácticamente desiertas. La mayoría de los comercios y restaurantes, cerrados. Muchos genoveses estaban fuera de la ciudad, aprovechando un ferragosto de sabor agrio en la playa o la montaña. Algún turista despistado visitaba esta ciudad portuaria que se despertó con un sol radiante y una brisa fresca. La lluvia había escampado, y no daba la impresión de que una tragedia hubiera sucedido el día antes si no fuera por el amplio despliegue policial y los centenares de periodistas que han invadido la ciudad, pendientes de la última hora de este fiasco del sistema italiano de infraestructuras.
Según el último parte oficial, han muerto 39 personas tras el espectacular desplome del puente Morandi, una vieja y controvertida infraestructura de Génova por donde transcurría la autopista A-10. Los pocos genoveses que se dejaban ver en el centro de la ciudad explicaban que sentían dolor, rabia e impotencia. Era un desastre que todo el mundo esperaba en mayor o menor medida. “Es una situación triste, desagradable, pero que estaba anunciada. Siempre se comentaba que era un puente poco seguro”, lamentaba Roberto Rotta, un genovés propietario de una galería de arte que tomaba un aperitivo en el único bar abierto cerca del Ayuntamiento, mientras iban llegando los ministros. “Siempre había problemas con el puente, es un milagro que esté aquí, ahora. Me podría haber tocado a mí. Uso con frecuencia esa autopista”, decía, compungida, Cristina Pedemonte, que se dedica al alquiler vacacional. El puente se construyó en los sesenta y desde hace años los genoveses temían por su seguridad. De hecho, había sido sometido a una reforma integral el 2016 y desde febrero se llevaban a cabo tareas de mantenimiento.
El viaducto se derrumbó el martes por la mañana durante una fuerte tormenta que caía sobre la ciudad. Se calcula que al ceder la estructura, unos 35 vehículos y tres camiones cayeron al vacío desde 45 metros de altura. La tragedia pudo haber sido peor porque bajo el puente había edificios, pero no viviendas, sólo unos almacenes de los servicios de limpieza municipal: tres de las víctimas eran trabajadores que murieron aplastados.
De momento, entre los muertos se ha identificado a tres menores, de 8, 12 y 13 años, y a tres personas de nacionalidad francesa. Los cuerpos no se someterán a autopsia, por lo que los funerales se celebrarán pronto. También hay 15 heridos, hospitalizados en varios centros de la ciudad, y las autoridades temen que el número de fallecidos siga aumentando debido a su estado grave.
Las tareas de rescate no se han interrumpido desde el martes. Es una prioridad para el gobierno municipal terminarlas cuanto antes. No sólo para hallar los cuerpos que puedan quedar entre los escombros. Según afirmó ayer Protección Civil, también se teme por el desplome de otro pilón del puente y por las lluvias de septiembre, que podrían desbordar el río Polcevero con los escombros aún por recoger. El alcalde de la ciudad, Marco Bucci, anunció ayer que quiere derribar el viaducto entero y quizás los edificios residenciales junto a las torres del viaducto, idea que ha repetido el ministro del Interior, Matteo Salvi-
SIGUEN LAS TAREAS DE RESCATE Se cuentan 39 muertos, 15 heridos, algunos graves, y 630 vecinos evacuados
SE TEME OTRO DESPLOME Un pilón del puente peligra, y el alcalde quiere derribar el viaducto entero
ni, en un tuit. De hecho, ya han evacuado de estas viviendas a 630 personas. Ahora están alojadas en albergues, a la espera de que las autoridades locales les ofrezcan una vivienda temporal. Fuentes municipales aseguraban a este diario que se destinará a ello unos cuatro millones de euros. Esta cifra se suma a los cinco millones provistos para las tareas de evacuación. Alrededor de mil agentes trabajan en el rescate, además del despliegue policial y de otros cuerpos que hay en la ciudad. Ayer, el primer ministro Giuseppe Conte, en una reunión urgente de ministros en Génova, decretó el estado de emergencia por doce meses, lo que conlleva la ampliación del presupuesto (cinco millones es una cantidad irrisoria) y la creación de la figura de un comisario para gestionar el desastre.
Mientras sigue el rescate, la Fiscalía de Génova ha iniciado una investigación. El fiscal general, Francesco Cozzi, dijo ayer que el accidente “se debe a un error humano y no a una fatalidad”. También señaló que no tenía constancia de haber remercados cibido denuncias de las víctimas. Todo apunta a una negligencia de la empresa concesionaria del puente, Autostrade per l’Italia, una filial de Atlantia. Esta gran corporación, propiedad de la familia Benetton, no habría llevado a cabo el correcto mantenimiento del puente. Autostrade rechaza esta acusación.
Anticipándose a la investigación del fiscal, el Gobierno anunció que retiraría la concesión de Autostrade. “En lugar de invertir el dinero en el mantenimiento, se reparten los beneficios, y por eso caen puentes”, lamentó Luigi Di Maio, el vicepresidente del Consejo de Ministros y líder del M5E. Más contundente fue el ministro de Infraestructuras, Danilo Toninelli, también del M5E, que en un mensaje en Facebook exigió la dimisión de los directivos de Autostrade y añadió la posibilidad de imponer una multa de 150 millones a la compañía. Los mercados también han castigado a Atlantia. El pasado martes, la compañía cerró la sesión con una caída del 5,4%. La Bolsa de Milán acabó también en negativo arrastrada por el desplome de Atlantia. ACS, socia de Atlantia en Abertis, bajó un 2,3%. Ayer los no abrieron por ser festivo, pero tras el anuncio del Gobierno, las caídas podrían ser hoy más severas.
Además, el Gobierno anunció que iniciará un plan para revisar los puentes y los túneles del país. Desde el desplome, los antiestablishment han remarcado la necesidad de invertir más en infraestructuras ignorando las exigencias de la UE. De hecho, el pasado martes, el ministro del Interior, Matteo Salvini, de la xenófoba Liga, culpó al club de los 28 de los recortes y de la caída del puente. Y aunque ayer parecía que el responsable de la catástrofe era sólo el sector privado, la Comisión recordó a Salvini que Italia recibe millones para sus infraestructuras. En un comunicado, dijo que “entre el 2020 y el 2024, Italia recibirá 2.500 millones del Fondo Europeo Estructural para mejorar trenes y carreteras” y añadió que “en mayo, se aprobó un plan de ayudas estatales a Italia por valor de 8.500 millones para mejorar las carreteras, también de Génova”.
Ahora, el principal problema de las autoridades es recuperar la normalidad circulatoria. El puente Morandi era una de las principales arterias de conexión de la ciudad con Francia y Milán. Unos 75.000 vehículos lo atravesaban a diario. Además era fundamental para la industria. El puerto de Génova es el más importante de Italia. Ahora, el gobierno municipal busca alternativas a la movilidad. Entre ellas, el alcalde habla de ampliar a 24 horas la circulación de las carreteras internas del puerto, de reforzar el transporte público y de ensanchar dos vías secundarias. No menciona la opción de avanzar la construcción de la Gronda, un macroproyecto que prevé la construcción de una autopista perforando varios montes de la región. Las obras deberían empezar en el 2019, pero Di Maio las rechaza por el grave impacto ambiental y presupuestario.
La Comisión Europea replica a Salvini y le recuerda que Italia recibe millones para infraestructuras