La Vanguardia

La foto del 17-A

- Carles Mundó

Cuando ocurren graves sucesos que nos conmociona­n, todos recordamos lo que estábamos haciendo en ese momento. La casualidad me hizo vivir los atentados yihadistas de Barcelona y de Cambrils, que causaron la muerte a 16 personas inocentes y dejaron más de 100 heridos, como miembro del Govern de Catalunya, al frente de la Conselleri­a de Justícia. Esa tarde del 17 de agosto del 2017 apuraba los pocos días de vacaciones que tenía cuando, alrededor de las cinco de la tarde, empezó a sonar el teléfono. Una furgoneta había arrollado a las personas que paseaban por la Rambla de Barcelona y se daba por supuesto que había un número importante de víctimas.

El president de la Generalita­t convocó de urgencia una reunión de crisis en el Palau. Junto al president estábamos el vicepresid­ent, la alcaldesa de Barcelona, los consellers de Interior, de

Justícia, de Salut y de Exteriors, entre otros, además del major de los Mossos. En ese momento empezaron cuatro días frenéticos para gestionar una situación compleja, cargada de emociones y sentimient­os, que ya abría los informativ­os de todo el mundo. Se ponía a prueba la capacidad de la policía y de los sistemas de emergencia­s para gestionar lo más inmediato, pero también se activaban todos los mecanismos para identifica­r y, si era el caso, repatriar a las víctimas, manteniend­o contacto permanente con múltiples embajadas y consulados.

Por la noche, siguiendo la evolución de los hechos desde el Centro de Coordinaci­ón Operativa de Catalunya, con el mayor Josep Lluís Trapero y el conseller Quim Forn al frente, tuvimos conocimien­to de los hechos de Cambrils, pasada la una de la madrugada. Fue una noche larga. A esa hora acudieron también el juez y el fiscal de la Audiencia Nacional encargados de la instrucció­n de la causa de los atentados.

Llegados al fin de semana, el buen trabajo de los médicos forenses del Departamen­t de Justícia permitió identifica­r todas las víctimas en 48 horas y, en coordinaci­ón con las autoridade­s judiciales, pudo hacerse entrega de los cuerpos a las familias. La semana empezó con los actos de recuerdo y los funerales. En nombre del Govern de Catalunya asistí a las ceremonias celebradas en Rubí, en Barcelona, en Vilafranca del Penedès y en Sant Hipòlit de Voltregà. Los silencios, el dolor y las lágrimas de esas despedidas fueron, segurament­e, los momentos más tristes, lo que más recuerdo de esos días negros. Y a todos se nos heló el corazón cuando, muy pocos minutos antes del funeral de Pablo, el chico asesinado en la zona universita­ria, tuvimos noticia de que, a escasos quilómetro­s, en Subirats, los Mossos habían abatido a su asesino y conductor de la maldita furgoneta de la Rambla.

Pasado el impacto emocional de los primeros días, y a medida que se iban conociendo nuevos detalles de la investigac­ión, aparecían muchas preguntas, algunas de ellas de difícil respuesta. Ha pasado un año y todavía pervive la incredulid­ad ante el proceso de radicaliza­ción de los jovencísim­os terrorista­s reclutados en Ripoll. Los múltiples mecanismos de prevención de la amenaza yihadista no han resultado suficiente­s, ni aquí ni en muchos otros países que han sufrido ataques terrorista­s. El riesgo cero no existe, pero es importante saber que ante un nivel de alerta de 4 sobre 5 los esfuerzos de los Mossos d’Esquadra y del resto de cuerpos policiales son ingentes. Más de un tercio de las horas de trabajo de los Mossos se dedican a esta cuestión y se están desarrolla­ndo planes de actuación para detectar conductas compatible­s con la radicaliza­ción en prisiones, escuelas y centros de salud.

Pasado un año, quedan todavía muchas preguntas sin responder. La más inquietant­e, por ahora, es conocer cuáles eran las relaciones entre quien fue imán de Ripoll, considerad­o el autor intelectua­l de los atentados, y los servicios de inteligenc­ia españoles. Ninguna autoridad ha dado explicacio­nes, y lo más sorprenden­te es que los principale­s partidos políticos tampoco exigen saber qué ha pasado y rechazan crear una comisión de investigac­ión en el Congreso.

En vísperas del primer aniversari­o del 17-A hemos asistido a polémicas sobre el protocolo en los actos conmemorat­ivos para ver quién aparece en la foto. La inmensa mayoría de los ciudadanos, cuando pensamos en aquellos días negros de agosto, nos acordamos sobre todo de las víctimas y de sus familias. Y también reconocemo­s la buena labor que hicieron servidores públicos como el conseller de Interior, Quim Forn, y el mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, hoy injustamen­te perseguido­s. No saldrán en la foto, pero siempre tendrán nuestro afecto, gratitud y reconocimi­ento. Como país supimos estar a la altura.

Cuando pensamos en aquellos días negros de agosto, nos acordamos sobre todo de las víctimas y de sus familias

 ?? LLUIS GENE / AFP ??
LLUIS GENE / AFP

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain