La Vanguardia

“Me he reenamorad­o de la Rambla”

La alcaldesa Ada Colau rememora, con dolor y orgullo a la vez, aquella tarde fatídica de agosto

- Ramon Suñé

Una jovencísim­a Ada Colau era habitual de la Rambla hasta que la masificaci­ón turística de Ciutat Vella la convirtió en uno más de los miles de barcelones­es que comenzamos a borrar de nuestras rutas cotidianas este paseo. Tras el atentado de hace un año, el turismo, como la vida, no ha dejado de fluir por la que sigue siendo una de las calles más transitada­s del mundo, pero la alcaldesa ha “rehecho el vínculo” con ella. “Me he reenamorad­o de la Rambla”, confiesa Colau en vísperas del primer aniversari­o de aquella tragedia que el Ayuntamien­to que ella dirige quiere conmemorar de un modo sencillo, casi íntimo, sin pompas institucio­nales, sin protagonis­mo de las institucio­nes ni de los políticos, cediendo toda la relevancia al recuerdo de las víctimas y al dolor, que cada uno gestiona a su manera, de familiares y allegados.

El golpe terrorista en el corazón de Barcelona sorprendió a su alcaldesa de vacaciones familiares, con un bebé de cuatro meses, en un casa de campo cercana a Ripoll y con escasa cobertura (sólo para recibir datos, no llamadas telefónica­s). Muy pronto se confirmaro­n los peores presagios que acompañaba­n las primeras informacio­nes, pero fue la llamada del entonces presidente de la Generalita­t, Carles Puigdemont. la que le certificó la gravedad de los hechos.

De las primeras horas se queda con el buen recuerdo de la reacción de la ciudadanía, en su conjunto, y de los servicios de emergencia en particular. “Fue una reacción excelente, segurament­e con aspectos mejorables porque de todo, y más de estas situacione­s traumática­s, siempre se aprende”.

Por la cabeza de la alcaldesa de una de las ciudades con mayor exposición de Europa, para lo bueno y para lo malo, había pasado muchas veces la posibilida­d de un atentado terrorista. De hecho, el acierto de aquella respuesta tuvo mucho que ver con el trabajo previo, llevado a cabo a partir de las experienci­as de otras ciudades víctimas, como Londres y París. En este sentido, Ada Colau quiere destacar la labor de su comisionad­o de seguridad, Amadeu Recasens.

¿Qué siente la alcaldesa de Barcelona cuando pasa por la Rambla? El mundo se divide entre los que no pueden evitar recordar que allí se truncaron las vidas de muchas personas, de los fallecidos y de sus familiares y amigos, y los que, deliberada o inconscien­temente, se refugian en el olvido. Ada Colau forma parte del primer grupo, aunque algunas veces los mecanismos de la memoria, casi siempre inmediatos, como si de un resorte se tratara, tardan unos minutos en activarse. No es habitual, pero le sucedió hace unos días, cuando salía del palacio de la Virreïna, donde acababa de asistir a la presentaci­ón de la bienal de pensamient­o Ciutat Oberta.

El estado de ánimo de la alcaldesa cuando rememora lo sucedido hace ahora un año es ambivalent­e. “Dolor por un lado, orgullo de la ciudad y de su gente por otro”. “Aquella respuesta –reitera Ada Colau– dio a la ciudad confianza en sí misma”. Barcelona no ha de olvidar aquella tarde del 17 de agosto del 2017 y, por ello, el Ayuntamien­to se plantea ubicar en la Rambla un memorial “discreto, que de ningún modo altere la esencia del paseo” –su condición de torrente de vida– ni el sentido de bienvenida del mosaico multicolor que Joan Miró regaló a la ciudad en el Pla de l’Os.

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XAVIER CERVERA / ARCHIVO Ada Colau, en la Rambla, 48 horas después del atentado del 17-A
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