Más ‘influencer’ que cantante
Las comparaciones musicales son odiosas, pero no deja de tener su qué hablar de méritos de Madonna con motivo de su sesenta aniversario coincidiendo con lo que parecía hace unas horas el inminente deceso de Aretha Franklin... Sin ir tan lejos, también es motivo de perplejidad particular leer que para algunos es la única artista que sigue viva de su generación de superstars, es decir, Michael Jackson, Prince o Whitney Houston. Sería realmente cuestionable esta comparación en términos estrictamente musicales.
El alud de loas, pues, debería focalizarse en el papel multidisciplinar de una artista nacida en el seno de una familia italoestadounidense (de estricta confesionalidad católica), en su vocación trangresora y, en consecuencia, en su papel de icono transformador. Desde el minuto uno en los vídeos, Holiday, por ejemplo, de su inicial álbum homónimo, no ocultaba sus armas de juego/fuego del presente y del futuro: audaz, lenguaraz, sexual, provocativa-provocadora, vulnerable, presta al choque con lo establecido. Sonoramente, una recuperación de ritmos bailables y discotequeros puestos al día para el gustos de las generaciones de los ochenta. Desde entonces al menos siempre ha mirado hacia adelante musicalmente, algo que también se agradece en un momento tan proclive a la nostalgia.
Lo cierto es que aspectos extramusicales la han hecho grande en el campo musical, especialmente en la elección y dejar hacer a excelentes profesionales de ámbitos como la moda, el diseño escénico, la producción, los arreglos, la composición. Y, paralelamente a todo ello, su inteligente y sagaz capacidad para reinventarse constantemente: diva hollywoodiense, material girl, bruja de la pista de baile, chica de juguete, jefa gangsta... Que se la considerase tan velozmente una reina del pop tenía que ver más con su papel (este sí trascendental) como lo que ahora se llamaría influencer para un par de generaciones de chicas –y de su numerosa legión homosexual– a la hora de perfilarse como protagonistas reales de sus vidas. Que no es poco.