La Vanguardia

La fuente de Gironès

- Julià Guillamon

Una temporada que me dediqué a estudiar el boxeo en Gràcia para escribir un libro me obsesioné con saber dónde pasaban las cosas. Todo el mundo conoce la casa natal de Josep Gironès, en la calle Llibertat, porque está señalada con una placa. Pero cuando Gironès triunfaba y ganaba dinero, ya no vivía en esa casa: tenía un piso, segurament­e de alquiler, en la esquina de la calle Montmany con Ramon y Cajal (lado Besòs/mar). Un día estuve a punto de llamar y explicar mis descubrimi­entos a los que viven allí, pero pensé que me tomarían por loco. También localicé los dos gimnasios de Àngel Artero, el mánager de los grandes boxeadores catalanes Gironès, Flix, Ros y Barbens. Primero estaba en la calle Torres, esquina Menéndez y Pelayo (lado Llobregat/mar), muy cerca de la bodega Marín, que si ya existía en aquella época, no creo que se forrara con aquellos chavalotes: eran unos amantes tremendos del agua.

Cuando empezaron a ganar campeonato­s, Artero se buscó un local más grande, en la calle Banyoles esquina Quevedo (lado Llobregat/mar), junto a donde está la discográfi­ca Bankrobber. El edificio todavía existe y, por la disposició­n de los ventanales, se puede reconocer que había sido un gimnasio. Ahora es la Residencia de la Tercera Edad Verge de Lourdes. De manera que Gironès, para ir de casa al Punching-Ball Club, salía a la calle Ramón y Cajal, número 94. Bajaba una travesía hasta la Travessera de Gràcia: allí Montmany pasa a llamarse Quevedo. Cuatro travesías más (Puigmartí, Ramis, l’Alba y Tordera) y ya estaba en pantalón corto zurrándole al saco.

Josep Gironès es un deportista tan poco vedette que enamora. Esa idea de buscarse un pisito junto al gimnasio para ir a entrenar a pie concuerda con

Feliz fiesta mayor de Gràcia, especialme­nte a los amigos de la calle Joan Blanques, vecinos de Gironès

lo que explican las crónicas de los años treinta: que después de sus grandes combates le habían visto haciendo cola para ingresar la bolsa en la libreta de ahorro y que, cuando estaban muy contentos, porque habían conquistad­o el Campeonato de Europa, con su mánager Artero, se zampaba una coca.

Por eso me ha emocionado, ahora que estoy cerca, descubrir una pequeña fuente, en la casa donde vivía Gironès, en la parte que da a la calle Montmany. Lleva el número 06-095 del inventario municipal. Es una fuente sencilla, colocada en una hornacina, rodeada de azulejos verdes, con un grifo de latón. En 1895 ya existía, porque en Arxiu Municipal del Districte de Gràcia se conserva un “Dictamen de la Comissió de Foment sobre la reconstruc­ció d’un clavegueró per recollir les aigües sobrants d’una font del carrer Montmany”. Si en 1895 era necesario reconstrui­r el sumidero, significa que la fuente era de la época de María Castaña. Me imagino a Gironès subiendo la calle Quevedo, con un sweater de lana, tranquilo y cabizbajo, a casa a almorzar. Unos chavales le gritan: “¡Gironès! ¡Gironès!”. Entonces empieza a correr como corren los boxeadores, dando saltitos. Se para en la fuente y bebe un trago de agua clara. ¡Feliz fiesta mayor de Gràcia! (especialme­nte a los amigos de la calle Joan Blanques, vecinos de Gironès).

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