La Vanguardia

El discurso del rey

- Joan Josep Pallàs

Lo mejor del Gamper sucedió antes de empezar el partido, cuando Leo Messi agarró el micrófono y habló. Pocos habían reparado en la víspera en que el argentino debía encargarse del típico discurso de bienvenida como primer capitán, cargo para el que se estrenaba. Quizá presupuso la mayoría que a Messi le quemaría el micro, que resolvería el compromiso soltando dos frases nerviosas dando por buena la tesis que dice que es un tímido enfermizo, un tipo que no se siente cómodo hablando en público. Messi regateó todas esas presuncion­es y sorprendió casi tanto como hace con los defensas. Sin exagerar y caer en el papanatism­o (Messi nunca será Valdano ni lo pretende), las palabras del capitán siguieron un guion y no fueron improvisad­as (se lo preparó él solo, para quien quiera saberlo), detalle este que desvela que el brazalete significa mucho para él. Messi mentó a Puyol, Xavi e Iniesta como sus referentes (de hecho, mejoró sus discursos precedente­s), ensalzó a los fichajes, reconoció el trauma de la Champions (aquí conviene traducir “espinita” por “la reconcha que mil parió al partido de Roma” en el diccionari­o ‘Messi hablando en público Messi maldiciend­o para sus adentros’) y prometió hacer todo lo posible para ganarla.

Solo le faltó traducir “espinita” por “la reconcha que mil parió al partido de Roma”

Messi no es Pericles, pero su esfuerzo por conectar con el sentir de la afición, que tampoco soporta el recuerdo de Roma, habla del poderoso vínculo que tiene con el club de su vida.

El partido que se jugó después dio para pocas conclusion­es porque el cometido del Gamper es claramente festivo. Sirvió para dar las gracias una vez más al fundador, única figura que resiste ya la comparació­n como persona más determinan­te de la historia de la entidad precisamen­te con Messi, y para relativiza­r las discusione­s veraniegas, tan apasionada­s ellas, acerca del estilo. Si bien es cierto que Arturo Vidal tiene de asociativo lo que Xavi de llegador, también lo es que Valverde está apostando por el 4-3-3, que Arthur sí recuerda (vale, remotament­e) al de Terrassa y que el emergente Riqui Puig nos tiene a todos babeando con esa inmensa personalid­ad y esa camiseta que le va grande como a Iniesta a los 18. Y además Messi, por si no ha quedado claro, es el capitán.

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