Un héroe incompleto
El carácter que convirtió a Alonso en piloto superlativo ha sido un lastre fuera de las pistas
Cuando se adjudicó el primero de sus dos títulos en el 2005, Fernando Alonso dio rienda suelta a un carácter controvertido. Tenía 24 años y en las celebraciones subrayó que no debía agradecer su éxito a nadie, despreciando las diversas contribuciones al impulso de su carrera desde la infancia. Ese carácter que le condujo a repetir título en la siguiente temporada y a convertirse en un piloto superlativo, uno de los más venerados de la historia de la fórmula 1, ha sido un arma de doble filo en su carrera. Mientras Sebastian Vettel (4) y Lewis Hamilton (4) han ido amasando coronas, el asturiano ha alternado lecciones de pilotaje y actuaciones extraordinarias con polémicas intestinas y decisiones estratégicas equivocadas en los despachos. Con cualidades para haberse convertido en leyenda de la especialidad, abandona el gran circo después de 13 años sin títulos y 5 sin ninguna victoria. Diferentes momentos clave definen los resultados de una trayectoria dispar.
La época dorada. Después de un año como probador en Renault, Flavio Briatore le concedió un volante en el 2004. Alonso puntuó en la primera carrera y comenzó a superar récords de precocidad al convertirse en el piloto más joven en marcar una vuelta rápida y en adjudicarse un GP (Hungría). Todas las expectativas quedaron confirmadas en las dos siguientes temporadas, con dos títulos que terminaron con el reinado de Michael Schumacher (7 campeonatos) y anunciaron la llegada de una leyenda al gran circo. Agresivo, metódico y con una capacidad prodigiosa de adaptación a las circunstancias cambiantes de las carreras, no aparecía en la parrilla un posible adversario para el bicampeón.
Un infierno en Woking. Sin campeonatos desde 1999, la histórica McLaren vio en Alonso una oportunidad para reverdecer laureles y cerró su fichaje, aunque Ron Dennis había fabricado en casa un piloto extraordinariamente prometedor: Lewis Hamilton. La relación entre el campeón y el debutante fue mala desde el primer momento, con Alonso acusando al equipo de favorecer al británico. Después de un curso muy tenso, los dos llegaron con opciones de título al último gran premio, pero después de una carrera plagada de incidentes terminó coronándose Räikkönen. Dennis había dicho que no era el finlandés, sino Alonso, el rival de McLaren, una opinión que ilustra el mal encaje del asturiano en el equipo. Un encaje que se convirtió en imposible con la estrategia de Alonso en el escándalo del espionaje de McLaren a Ferrari. Tenía un coche ganador, pero el asturiano hizo muy poco fuera de los circuitos por conservarlo y, con los volantes favoritos ocupados, regresó a Renault: dos campañas sin un coche ganador por la falta de tacto y flexibilidad en sus relaciones en Woking. El carácter que le había convertido en campeón le jugaba una mala pasada.
Regreso a la élite. En el 2010, Ferrari le abría las puertas pensando en formar un binomio invencible. Maranello disponía de buenas máquinas, pero los Red Bull eran mejores, y Fernando Alonso sólo pudo adjudicarse tres subcampeonatos. No fue un problema de carácter, sino de la estrategia de Ferrari, que el español no ganara el título del 2010 cuando llegó a la última carrera como líder con ocho puntos de ventaja. La temporada siguiente, los bólidos rojos empeoraron, tanto como la sintonía del piloto con el equipo. La magia de Alonso no compensaba las carencias de sus monoplazas, y las críticas públicas del piloto sentaban como puñaladas en casa del cavallino rampante. Fernando no fue un jugador de equipo, y el silencio de Ferrari como respuesta a su despedida resulta significativo.
Un hierro ardiente. Cinco años en Maranello sin títulos no mermaron el prestigio de un piloto que, una vez más, se encontraba con los mejores volantes ocupados. Y con el recelo de los grandes equipos ante la perspectiva de introducir dos gallos en el mismo gallinero. La apuesta por el proyecto a medio plazo de McLaren-Honda fue arriesgada, y se ha demostrado totalmente desacertada, pero en su momento fue la única posibilidad de acceder a una escudería con el potencial tecnológico y económico necesario para resurgir de las cenizas. Las demás tenían la puerta cerrada.
UNA CLAVE
La tensión con Hamilton en la primera etapa en McLaren marcó negativamente su carrera
INDIVIDUALISMO
El piloto no se ha significado como jugador de equipo, cosa que no gusta en las escuderías