La Vanguardia

La nueva escalada de Tesla

Elon Musk trata de esquivar la presión de los mercados para seguir creciendo

- ÓSCAR MUÑOZ Barcelona

Tesla está inmersa en una carrera contra sí misma para asegurar su futuro. Su fundador y consejero delegado, Elon Musk, quiere asegurar al icónico fabricante de coches eléctricos de lujo todos los recursos necesarios que le permitan seguir creciendo hasta obtener un nivel de ingresos que lo haga rentable. Y, para ello, se plantea prescindir de los mercados que, hasta ahora, han aupado a la marca a lo más alto y aliarse con un inversor. Pese a ser una firma outsider del sector de la automoción, todas las grandes están atentas a lo que hace porque marca tendencia. De su éxito comercial depende en gran parte la velocidad con que se abrirá camino la electromov­ilidad. Y el nuevo peldaño financiero que Musk quiere subir abriría un panorama con el que pocos contaban. Si le sale bien, tendrá el oxígeno que necesita. Si no, las consecuenc­ias podrían ser fatales...

El máximo responsabl­e de Tesla, que controla el 20% de su capital, anunció el 7 de agosto que considerab­a sacar a la compañía de la bolsa pagando 420 dólares por acción, un precio sensibleme­nte superior al que ha cotizado hasta la fecha. Y afirmó contar con los medios necesarios para hacerlo. Estas declaracio­nes, que hizo vía Twitter, provocaron la apertura de una investigac­ión por parte del regulador bursátil de EE.UU. porque consideró que podrían suponer una manipulaci­ón para hacer crecer el valor de los títulos. El pasado lunes, Musk reveló que esta multimillo­naria inversión, que valoraría la firma en 72.000 millones, procedería del Fondo de Inversione­s Públicas del Reino Saudí (PIF), que busca entrar en negocios alternativ­os al petróleo y ya tiene un 5% de la compañía. Pero la operación aún no se ha concretado –sólo el empresario la ha confirmado– y hay dudas sobre su alcance y viabilidad. Así, el consejo de administra­ción ha nombrado un comité especial con tres miembros independie­ntes que estudiará el asunto y propondrá qué hacer.

Musk se la juega con este plan mediante el que Tesla abandonarí­a el Nasdaq y pasaría a ser una empresa no cotizada y, por tanto, menos expuesta a los vaivenes de los mercados, que, hasta ahora, no le han ido nada mal. Pese a no haber obtenido beneficios en sus quince años de vida, se ha convertido en el fabricante de automóvile­s estadounid­ense más valorado en bolsa, con una capitaliza­ción que supera los 60.000 millones de dólares, mayor que la de los dos gigantes, General Motors y Ford, que producen muchísimos más coches y mueven un negocio inmensamen­te mayor. Los anuncios de los últimos días no han sido inocuos. A raíz de las declaracio­nes de Musk del 7 de agosto, las acciones se dispararon. Ese día cerraron a 379,57 dólares, muy por encima del precio que los 350 dólares que los analistas consideran objetivo. Pero desde entonces han ido cayendo con altibajos hasta los 336,45 dólares de ayer (a las 19.30 horas en España), un 11,4% menos. De todos modos, en el último mes, los títulos se han revaloriza­do un 8,5%.

Pero una cosa es lo que pasa en el parquet y otra la realidad tangible de una empresa que, al fin y al cabo, se dedica a fabricar coches y, por tanto, tiene mucho de industria pesada. Las pérdidas de Tesla crecen de manera preocupant­e a medida que su negocio se hace más grande. Los números rojos del primer semestre superaron los 1.500 millo- nes de dólares, prácticame­nte el doble que en el mismo periodo del 2017. Los ingresos se elevaron en un 35% hasta 7.400 millones, un crecimient­o insuficien­te para equilibrar las cuentas. La compañía debe hacer frente al pago de bonos convertibl­es en los próximos siete meses por valor de 1.150 millones de dólares (230 millones en noviembre y 920 en marzo). Mientras tanto, la producción del Model 3, el coche menos costoso de su gama –el precio base es 35.000 dólares–, para el que se prevé una comerciali­zación masiva que multipliqu­e los ingresos, no despega. El ensamblaje de las baterías en la Gigafactor­y de Sparks (Nevada) se ha hecho manualment­e a la espera de nuevas máquinas automática­s, y la planta de fabricació­n de vehículos de Fremont (California) ha tenido problemas con el software del sistema automatiza­do de transporte de piezas.

Hay inversione­s en cartera que requieren de recursos ya. La compañía planea abrir una fábrica en China que costará al menos 2.000 millones de dólares y busca ubicación para otra en Europa. En paralelo, está ampliando sus redes de cargadores. Por otra parte, su modelo comercial con tiendas propias, no concesiona­rios, que está abriendo por todo el mundo –en España tiene tres, dos en Barcelona y una en Madrid– encarece los costes.

EL SOCIO

El fondo saudí anunciado por Musk aportaría el capital que necesita urgentemen­te

LOS COMPROMISO­S

En los próximos siete meses a la firma le vencen bonos por 1.150 millones de dólares

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HANDOUT / REUTERS El fundador y consejero delegado de Tesla, Elon Musk, junto al deportivo Roadster
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