Último recuento de la ola de calor en Catalunya: 23 muertos
Seis víctimas sufrieron el colapso mientras trabajaban o hacían deporte a pleno sol
Veintitrés personas muertas en la primera mitad del verano por golpes de calor en Catalunya y otras 67 atendidas en hospitales y servicios de emergencia por un cuadro semejante, pero que no les llevó a la muerte. Es el saldo de la primera parte de un verano que ya acumula tres olas de calor, la última, la más dura, entre el 2 y el 7 de agosto.
Desde la Agència de Salut Pública la califican de temporada excepcional, aunque en rigor no pueden compararla con la situación de otros años anteriores porque han cambiado la metodología de estudio. A partir del 2004 y tras un gran aumento de la mortalidad por calor en toda Europa, se pusieron en marcha planes de prevención que en Catalunya contabilizaban los casos por muestreo de cuatro hospitales además de a través de las defunciones y entierros en 10 ciudades. “Y ahora somos más proactivos y llamamos a todos los centros para registrar los casos reales”, explica el director de la Agència, Joan Guix.
Todas las personas que fallecieron al sufrir un golpe de calor estos días tenían algún factor de riesgo que les predispuso a que las consecuencias de las altas temperaturas fueran fatales. Pero la circunstancia que más llama la atención, por evitable, es la que influyó en la muerte de seis de las víctimas: trabajaban o hacían deporte a pleno sol en el momento en el que sufrieron el colapso.
Otro dato llamativo a juicio del director de la Agència de Salut Pública es la edad. De los 23, 14 tenían menos de 65 años. “Siempre pensamos en víctimas muy mayores, que no tienen capacidad para reaccionar y protegerse. También ha pasado eso este año, pero el número de jóvenes es inusualmente alto”, reflexiona Guix.
Según el comunicado del Departament de Salut sobre estos episodios, los golpes de calor han afectado a personas de entre 41 y 100 años. Diez de ellas sufrieron el colapso en su domicilio, situaciones más acordes con personas mayores, viviendas con exceso de calor, dificultades para refrescarse y prevenir, enfermedades de base que las hacían más vulnerables a ese calor y, probablemente, usuarias de una medicación que a su vez actúa trastocando la regulación térmica del cuerpo, como ocurre con los antihipertensivos y los antidepresivos.
A otras trece personas, el golpe de calor les pilló en la calle. Además de los seis que estaban trabajando o practicando alguna actividad deportiva a pleno sol, hay algunas víctimas que podrían ser indigentes. Entre ellos, un hombre encontrado en Lleida que aún no ha podido ser definitivamente identificado. En total, trece hombres y diez mujeres.
Las razones de este aumento de víctimas se esperan concretar mejor cuando termine el verano. Joan Guix señala, por un lado, el hecho de que la diferencia entre temperaturas máximas y mínimas fuera algunos días muy pequeña, “lo que impide el alivio y la recuperación en personas a las que les está haciendo daño el calor”. El golpe se produce por esa situación sostenida de 40 grados o más de temperatura corporal, lo que funde el sistema nervioso central
El factor de mayor impacto, según Salut Pública, ha sido que no refrescara durante varias noches
y órganos vitales como el hígado.
También destaca Guix lo que se cree que es una tendencia en crecimiento: habrá más episodios de enorme calor sostenido como consecuencia de los cambios de corrientes que genera el cambio climático. “Tendremos que prepararnos mejor para eso”, reflexiona.
Y parece que habrá que prepararse del mismo modo para que los mensajes de prevención lleguen de forma más eficaz. Porque morir de un golpe de calor trabajando o corriendo a pleno sol durante una evidente ola de calor indica un desconocimiento profundo de los riesgos. También analizarán, cuando acabe esta fase del plan de actuación para prevenir los efectos de las olas de calor sobre la salud (POCS), cuántas muertes están relacionadas con la calidad de las viviendas y la soledad veraniega de muchos mayores.