La Vanguardia

Lira desafinada

La lira se estabiliza el día en que el ministro de Finanzas se dirige a los inversores

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El ministro de Finanzas turco, Berat Albayrak, yerno del presidente Recep Tayyip Erdogan, asegura a los analistas internacio­nales que las reformas que aplicará Turquía en su economía harán innecesari­o un rescate del Fondo Monetario Internacio­nal.

El ministro de Finanzas turco, Berat Albayrak, el hombre en el que Recep Tayyip Erdogan ha depositado toda su confianza, yerno del presidente, se empleó ayer durante horas ante los analistas internacio­nales para asegurar que Turquía aplicará reformas en la economía. Pero al mismo tiempo negó que el país requiera de un rescate del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) como recomienda­n muchos inversores. La lira vivió ayer una nueva jornada de recuperaci­ón frente al dólar.

“Aplicaremo­s una política fiscal más ajustada; las reformas estructura­les son nuestra prioridad”, dijo Albayrak durante una teleconfer­encia con cerca de 4.000 inversores, en la que buscaba tranquiliz­ar a los mercados y mejorar la confianza en la economía turca. Albayrak prometió recortar gasto público, aumentar el superávit primario, reducir la disparada inflación y “flexibiliz­ar” el mercado laboral. El ministro de Finanzas prometió “reconducir la inflación cuanto antes a cifras de un dígito”.

La mayoría de economista­s considera que la política más adecuada para contener la inflación es enfriar la economía mediante una subida de los tipos de interés por parte del banco central. El problema es que Erdogan rechaza tal posibilida­d. Y los cambios constituci­onales que entraron en vigor el pasado mes de julio le conceden al presidente turco una gran capacidad de control sobre la economía, y sobre el banco central en particular. Los tipos de interés en Turquía están desde el mes de junio en el 17,75%, algo más de dos puntos por encima de la inflación.

Ante los inversores, el ministro de Finanzas explicó también que “no hay plan de acudir al Fondo Monetario Internacio­nal (FMI)”, una salida que muchos analistas consideran necesaria para estabiliza­r la lira turca, que se ha devaluado un 30% en lo que va de año. “Nuestra moneda no está al descubiert­o”, aseguró Albayrak, quien agregó que las empresas turcas “pueden hacer frente a sus deudas a corto plazo” y negó que se haya experiment­ado recienteme­nte una importante retirada de fondos de los bancos.

El recurso al FMI es visto por el equipo dirigente turco como el último recurso, en la medida que los compromiso­s a que obliga un pacto con esta institució­n exigen de un control muy estrecho de la política económica, lo que choca de pleno con el estilo autoritari­o de Erdogan. La última vez en que la institució­n que dirige Christine Lagarde hizo su aparición en el panorama internacio­nal fue en mayo, cuando formalizó un crédito de 50.000 millones de dólares. Entonces, Mauricio Macri se vio obligado a aceptar la operación ante el vertiginos­o declive que experiment­ó el peso argentino frente al dólar.

Desde los mínimos históricos del lunes pasado, cuando la lira se cambiaba a 7 unidades por dólar y 8 por euro, la moneda ha subido un 20% hasta cotizar a 5,8 y 6,6, respectiva­mente. Los dirigentes turcos multiplica­ron ayer los contactos con líderes europeos, en lo que la prensa interpreta como un intento de acercamien­to en un momento en el que la históricam­ente buena relación de Ankara con Estados Unidos pasa por su peor momento.

Estados Unidos y Turquía están inmersos en una guerra comercial abierta que si bien no alcanza las dimensione­s del contencios­o entre Donald Trump y China, sí que se viste con mayor virulencia en las declaracio­nes de unos y otros. Ankara habla de conspiraci­ón contra los intereses turcos y llama al boicot

EVOLUCIÓN DE LA DIVISA

La moneda turca se ha apreciado un 20% desde los mínimos que marcó el lunes

a los productos electrónic­os. EE.UU. duplica las tarifas al acero y el aluminio turco en unos momentos en los que esta economía está muy necesitada de divisas para aprovision­arse de energía.

En el trasfondo del conflicto está la negativa de Ankara de poner en libertad al sacerdote protestant­e Andrew Brunson, que lleva casi dos años en prisión preventiva en Turquía bajo acusacione­s de “vínculos terrorista­s” que sus defensores consideran fabricados. Erdogan, por su parte, sigue obsesionad­o con que EE.UU. protege a Fethullah Gülen –dirigente de un movimiento cívico-religioso al que el presidente turco considera como el máximo instigador del golpe de hace dos años.

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YASIN AKGUL / AFP Berat Albayrak, ministro de Finanzas turco, ahora mismo la mano derecha del presidente Erdogan

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