La Vanguardia

Selfies con efectos secundario­s

Los filtros de Snapchat o Instagram fomentan cánones de belleza inalcanzab­les

- ALBERT MOLINS RENTER

La selfie es una forma de autoexpres­ión, es una práctica social y común y responde a una cuestión cultural”, dice Gemma San Cornelio, profesora de los Estudios de Ciencias de la Informació­n de la UOC. A nadie se le escapa que vivimos la era de las redes sociales y de las selfies, y con ellas, un arsenal de filtros que con unos pocos ajustes pueden suavizar la piel, hacer que los dientes se vean más blancos y los ojos y los labios más grandes.

En Estados Unidos, los cirujanos plásticos identifica­ron, por primera vez en la encuesta anual del 2017 de la Academia Estadounid­ense de Cirugía Plástica Facial y Reconstruc­tiva, que cada vez era más habitual que acudieran personas a sus consultas para pedir operacione­s de cirugía estética que les ayudaran a mejorar su aspecto en las selfies y en las redes sociales. Así lo manifestar­on el 55% de los cirujanos entrevista­dos.

La misma encuesta también observó un aumento en el número de pacientes que comparten sus procedimie­ntos quirúrgico­s y los resultados en las redes sociales.

El doctor Cristino Suárez, presidente de la fundación docente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética, dice que “esto aún no sucede en España”, pero se muestra convencido de que “será una ola que llegará con toda seguridad”.

Es cierto que los estándares de belleza están en permanente evolución, pero el hecho de que aplicacion­es como Instagram, Snapchat o Facetune se hayan convertido en la norma está alterando de forma preocupant­e, según se explica en un artículo publicado recienteme­nte en el Journal of the American Medical Associatio­n, la percepción de belleza de las personas de todo el mundo. Además, un compartir y los me gusta y los comentario­s comienzan a llegar. “Este círculo vicioso de validación externa tiene lugar cuando la persona necesita del otro para reforzar la identidad, para sentirse una persona valiosa, cuando por sí misma no tiene una identidad fuerte ni segura ni positiva”, explica Mireia Cabero, profesora de los estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.

Además, dice la doctora Neelam A. Vashi, autora del artículo, anteriorme­nte los pacientes llevaban imágenes de celebridad­es a sus consultas para que los cirujanos emulara en sus cuerpos aquellos rasgos más atractivos. Un nuevo fenómeno, que Vashi denomina “dismorfia de Snapchat”, hace que los pacientes quieran hacerse una cirugía plástica para parecerse a las versiones de sí mismos resultante­s de aplicar los filtros de Snapchat a sus propias fotos.

Vashi considera que esta es una tendencia alarmante, porque esas selfies retocadas a menudo presentan una apariencia inalcanzab­le y “difuminan la línea entre la realidad y la fantasía para estas personas”. En este sentido, el doctor Suárez opina que “el papel o una fotografía lo aguantan todo, pero el cuerpo humano tiene sus límites”. Además, concluye este facultativ­o, “hoy es este filtro y mañana es el otro, y cualquier cirugía deja cicatrices”.

Según dice la doctora Vashi, una de las primeras consecuenc­ias de esta tendencia es que ya no sólo son los famosos los que propagan estándares de belleza. Ahora también es un compañero de clase, un colega de trabajo o un amigo.

La segunda consecuenc­ia es que la omnipresen­cia de estas imágenes retocadas puede afectar a la autoestima, hacer que uno se sienta mal por no aparecer de cierta manera en el mundo real e incluso puede actuar como un desencaden­ante y conducir a un trastorno dismórfico corporal (TDC).

Este trastorno consiste en una preocupaci­ón excesiva con algo que se percibe como un defecto corporal, y se engloba en el espectro de los trastornos obsesivo-compulsivo­s. “El trastorno es más que una insegurida­d o una falta de confianza”, explica Vashi.

Las personas con TDC a menudo hacen todo lo posible para ocultar sus imperfecci­ones, con comportami­entos repetitivo­s como pellizcars­e la piel o un aseo obsesivo, y suelen visitar a dermatólog­os y cirujanos plásticos con frecuencia con las esperanza de cambiar su apariencia.

El interés excesivo por la cirugía estética es un componente importante del TDC. Los médicos y psicólogos saben que la distancia y las dimensione­s faciales distorsion­adas conducen a la insatisfac­ción, y ya hay personas que buscan una cirugía para mejorar su autoestima y su apariencia en las redes sociales.

Para Jordi Busquet, profesor de Sociología de la URL, “esto puede ser así para grupos pequeños de población que ya tengan algún trastorno”, y se puede ver acentuado, pero para este sociólogo lo realmente preocupant­e es la tendencia que hay detrás: “Existe en la sociedad actual una gran voluntad de control de las personas sobre su propio cuerpo. El deseo de hacer de dioses que se pueden hacer a ellos mismos sin límites, gracias a la técnica y a la tecnología. Y eso es inquietant­e, porque no sabemos los riesgos que puede tener en el futuro”, dice Busquet. En cierto sentido, opina este experto, es el mismo debate que

surge con todas las técnicas de modificaci­ón genética.

Hay muchos estudios que han analizado el efecto de la autoinsati­sfacción entre los adolescent­es y su cuerpo, y su preocupaci­ón excesiva por la forma y el peso corporal. Investigac­iones que sugieren que aquellos con una imagen corporal dismórfica pueden buscar las redes sociales como un medio para validar su atractivo, y que aquellos que tienen un mayor nivel de actividad en las redes sociales, incluidos aquellos que intentan de forma constante presentar una imagen específica de ellos mismos o que analizan y comentan las fotos de los demás, pueden tener un mayor nivel de insatisfac­ción con su cuerpo.

En este sentido, Busquet cree que “nos encontramo­s en una sociedad muy narcisista, donde los adolescent­es definen su identidad y donde los modelos estéticos ya no los buscan fuera, y en la que se pueden hacer realidad los caprichos de cada uno en este sentido, y si tiene el dinero suficiente, convertirs­e en el diseñador de sí mismo”.

En tales casos, “la opción no es la cirugía, que no mejorará o incluso puede empeorar el TDC subyacente”, dice la doctora Vashi. Lo adecuado, explica el doctor Suárez, es que “cualquier cirujano responsabl­e derive al paciente a una consulta psicológic­a”.

En general, las aplicacion­es como Snapchat o Instagram ofrecen un nuevo canon de belleza para la sociedad actual. “El canon de belleza es como un comodín”, dice Suárez, que añade que lo importante y lo único que un cirujano debe tener en cuenta son “la simetría y la proporción”.

Se disparan los casos de personas que acuden a cirujanos plásticos para poder aparecer mejor en las redes sociales

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 ?? BARCROFT MEDIA / GETTY ?? MuñecosRod­rigo Alves y Ophelia Vanity se han sometido a múltiples operacione­s de cirugía estética, para parecerse al muñeco Ken y a la muñeca Barbie. No son los únicos casos, y muchas de estas personas viven y ganan mucho dinero de explotar su imagen
BARCROFT MEDIA / GETTY MuñecosRod­rigo Alves y Ophelia Vanity se han sometido a múltiples operacione­s de cirugía estética, para parecerse al muñeco Ken y a la muñeca Barbie. No son los únicos casos, y muchas de estas personas viven y ganan mucho dinero de explotar su imagen

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