Demasiada libertad
Iram Haq cuenta su obligada juventud en Pakistán en ‘El viaje de Nisha’
La directora de cine Iram Haq, nacida en Noruega de padres pakistaníes, ha tardado veinte años en madurar la posibilidad de hacer una película sobre el traumático exilio al que le sometió su familia cuando tenía 14 años para asegurarse de que no olvidaría sus raíces culturales.
Hoy, a los 42 años, Haq afirma que sentía la necesidad de denunciar una situación que aún se repite en lugares tan próximos como Alemania, Italia o los países escandinavos: las familias siguen llevándose a sus niñas a Pakistán para “enderezar sus conductas” europeizadas. Y las niñas sufren terriblemente. Así comienza El viaje de Nisha, una dura historia que duele más por ser contemporánea, pero Haq insiste en precisar que lo que verá el espectador en el cine (hoy se estrena) es ficción y “está suavizado”.
Como Nisha, Iram Haq ha nacido y ha crecido en Oslo después de que sus padres, con mucho sufrimiento, emigraran de Pakistán en busca de una vida mejor. Pero las costumbres anacrónicas de su cultura, el machismo lacerante y esa estricta moral con respecto al comportamiento de la mujer chocaban con la vida cotidiana de estas niñas, nacidas y criadas en libertad en los colegios europeos.
El padre de Nisha descubre a su hija con un chico en su habitación y, como escarmiento, la envía a Pakistán a casa de su hermana en Islamabad. También se trata de dar ejemplo a la comunidad pakistaní en Noruega. Con el tiempo, Nisha se adapta a su nueva ciudad y no da problemas, pero tiene 15 años y le empieza a gustar un chico. La policía les pilla besándose en la calle, y Nisha es humillada y acusada de nuevo.
“Sé que esta película va a dar voz a los racistas que sólo verán ‘lo malos’ que son los pakistaníes. Pero me parece importante mostrar también el punto de vista del padre. Es fácil empatizar con la niña. Yo quería entender al padre”, afirma Haq, que reconoce haber logrado entender al suyo en parte: “Ya mayor, en el hospital, le pregunté muchas cosas y él me dijo que tenía mucho miedo de este mundo occidental porque nunca logró integrarse”. Sin embargo, ese hombre anciano animó a su hija a seguir adelante con la película. “Si mi padre hubiera tenido la oportunidad, si los noruegos hubieran sido más abiertos y si hubiera tenido tiempo, quizá no hubiera estado tan asustado y las cosas habrían sido diferentes”, concluye Haq.