“Vender armas sin control sigue siendo un pecado”
¿Edad? Hace 40 años que tengo 33. Nací en Ranger, Texas, donde cantaba en el coro de la iglesia y la Biblia se dejaba junto a la pistola: era blasfemar. Conocí a mi mujer en el rodaje de ‘Jesus Christ Superstar’ tras interpretar ‘Hair’ y seguimos juntos
No ha podido librarse usted de Jesús en estos 40 años? Podría, pero no he querido, gracias a Dios. Le debo todo a Jesús y a Jesus Christ Superstar. La obra ha sido literalmente mi vida. Y aún lo es. Le debo, ante todo, 40 años de amor con mi mujer. Eso tiene mérito.
A Leeyan la conocí durante el rodaje y tuvimos después a nuestras hijas, Tessa y Zackariah, durante las giras con el musical por los teatros de todo el mundo.
¿Cuántas veces ha sido usted Jesús?
He contado 1.723 con las de Barcelona. Y también tiene algo de milagro que la gente haya llenado teatros para verme estos años.
Y que el montaje siga funcionando en taquilla, ¿también es milagroso?
No, porque eso ha sido por buenas razones. La música es un clásico: recuerde que es de Andrew Lloyd Weber. Además, Norman Jewison planteó una adaptación teatral que sigue siendo moderna, incluyendo la relación de Jesucristo con María Magdalena y Judas.
Molestó mucho entonces que el actor que interpretaba a Judas fuera negro.
Hasta en eso fue moderno Jewison, porque lo racista hubiera sido no elegir a Carl Anderson como Judas sólo porque era afroamericano, pero, en cambio, ignoró su procedencia y le dio el papel porque era el mejor.
¿Y usted aún es el mejor Jesús?
Yo nací en un pueblecito de Texas, Ranger, de 3.000 habitantes, donde la Biblia no era sólo la palabra de Dios, sino también el libro que regía toda nuestra vida.
¿Aún es así?
La Biblia, sí, y las armas de fuego, es triste, pero también. Me indigno cuando defienden que se puedan vender como caramelos y cada vez que matan a niños en un colegio. Y les digo que no hay mayor blasfemia que esa.
Pues no le hacen mucho caso.
La venta de armas sin control sigue siendo un pecado. Y lo digo desde la lectura del Evangelio. Lo memorizo desde el colegio. Durante el rodaje, Jewison decía a todos: “Si tenéis alguna duda bíblica, preguntadle a Ted, que se sabe la Biblia de memoria”. Y es que en mi pueblo, la única posibilidad de tener vida social era ir a la iglesia baptista.
¿Qué hacían en la iglesia?
Cantábamos toooodo el día todos juntos. Eso también explica por qué cincuenta años después sigo siendo Jesús y cantando.
¿Empezó a cantar en la iglesia?
Mi padre trabajaba en un campo petrolífero y cuando volvía a casa por la noche se sentaba en el porche de casa con un banjo y cantaba con mi hermana y conmigo. Yo aprendí a cantar antes que a hablar.
¿También el rock’n’roll?
Para eso tuve que esperar a que me dejaran tocar en la iglesia. Montamos una banda de rock en el pueblo y cantábamos para la parroquia. Fue allí donde comencé a tocar la batería. Aún paso horas con ella.
Entonces para usted ser Jesucristo Superstar fue lo más natural.
En vez de las escuelas de actores o los conservatorios de donde llegaron al casting los otros aspirantes a ser Jesús, yo tuve mi coro de la iglesia. Por eso, supe después cómo tratar a los integristas que nos boicoteaban.
¿Qué les decía?
Que no la juzgaran, por Dios, sin verla. Les daba entradas y les pedía que la disfrutaran y me vinieran a ver al camerino al final. Simplemente hacía lo que hubiera hecho Jesús. Y todos salían contentos.
¿Qué hubiera hecho Jesús en escena?
Cantar: dejar expresar el corazón libremente hasta unirse a los demás. Lo mejor que nos ha pasado estos años de dar vueltas por el mundo con Jesús ha sido que la gente cante con nosotros.
¿Los jóvenes se saben las canciones?
Y ya son cuatro generaciones. Le han oído cantar a su madre No sé cómo amarlo y, aunque algunos sean agnósticos, conocen las letras, y este musical será la experiencia más próxima que tengan de Jesús.
¿No le molesta que internet haya acabado con su posibilidad de cobrar derechos?
Claro. Supongo que sería multimillonario si no se hubieran pirateado billones de veces. Pero siempre hay que ver lo que veía Jesús...
¿Qué veía?
Lo bueno en lo malo. Lo malo es que me han robado mis derechos, y lo bueno en lo malo es que ese robo me obliga, de algún modo, a tener que subir al escenario para poder monetarizar la fama y eso me mantiene joven y activo. Y feliz.
Un punto de vista muy cristiano.
Y también hippy, como éramos entonces. ¿Por qué preocuparse por lo que puedes ganar para ti solo si puedes compartirlo todo?
La gente hoy más que pensar en comunas piensa en pagar el alquiler.
Pero los hippies nos acercamos a Cristo entonces, porque éramos jóvenes y aún lo somos: la no violencia, el amor, la colectividad. Creo que nos adelantamos a los mejores valores de hoy. El primer musical que interpreté fue Hair: ¿lo recuerda?
Pelucas y túnicas: otro gran clásico.
Vamos a volver a compartirlo todo, ya verá, ¿o no es compartir toda la economía colaborativa de internet?