Damià Pujol
Aguas de Ponta Preta suministra agua potable desalinizada a miles de caboverdianos y a una docena de hoteles
DIRECTOR DE AGUAS DE PONTA PRETA
El ingeniero catalán especializado en procesos hidráulicos Damià Pujol ha puesto en marcha en Cabo Verde la compañía Aguas de Ponta Preta, que suministra agua potable a miles de clientes y emplea a cien personas.
Las islas de Cabo Verde, en el oeste africano, son un paraíso seco. Sus playas de arena suave y aguas turquesas estuvieron despobladas hasta finales del siglo XV, cuando los portugueses convirtieron el archipiélago en un puerto intermedio del comercio de esclavos de África y fundaron una colonia de lusos, genoveses y judíos españoles perseguidos por la Inquisición. Había un problema: en aquellas islas de ensueño, cuna de fusión de razas y culturas, no había prácticamente ningún curso de agua potable regular como ríos o lagos. Para el catalán Damià Pujol, ingeniero especializado en procesos hidráulicos, esa escasez fue un reto y una oportunidad. En el año 2001, con apenas 30 años, aterrizó en Cabo Verde para arrancar los planes de expansión de las catalanas Aigües de Sabadell e Hidrowatt, además de sus socios canarios de Cabocan, y se puso al frente de la gestión en el terreno de la recién constituida Aguas de Ponta Preta (APP).
Al llegar a África, Pujol se encontró un terreno árido y yermo, pero también un pueblo ansioso por crecer. “Las posibilidades eran inmensas. Es un país sin recursos y son conscientes de que el “petróleo” que tienen aquí es el buen tiempo y su desarrollo pasa por el turismo”. Con base en la isla de Sal, Pujol arrancó un proyecto de gestión del ciclo integral del agua con el fin de aprovechar hasta la última gota: no sólo desalinizan el agua salubre y abastecen de agua potable a los clientes, también gestionan las aguas residuales y las sanean para reutilizarlas en regadíos y huertos. Cada litro es vital.
Tras unos inicios modestos —facturó 40.000 euros en los primeros tres meses de vida— APP ha invertido desde su fundación 22 millones de euros en varios proyectos y actualmente sus diferentes actividades abastecen a una docena de resorts y grandes hoteles de la isla de Sal (alrededor un volumen del 25% del turismo del país), proporcionan agua potable a más de 10.000 habitantes caboverdianos, gestionan la principal lavandería industrial del país y acaban de ganar una concesión para hacer los trabajos de saneamiento de una veintena de hoteles y 40.000 habitantes. En el 2017, la sociedad de capital catalana Impulso Sage, orientada a la inversión en sectores de agua y energía, se hizo con todas las acciones de origen catalán y se puso al frente —con Damià Pujol aún al timón— de un proyecto que ya va viento en popa: el año pasado facturó más de 10 millones.
Con un centenar de empleados, de los cuales sólo tres son expatriados, el impacto social es uno de los pilares de la compañía. Para Pujol, con esposa e hijos caboverdianos, no se trata únicamente de negocios. “La ética profesional es indiscutible. Somos conscientes de que estamos en un país en desarrollo y hay que implicarse para mejorar esta situación”. Además de ofrecer formación a los trabajadores y salarios por encima de la media, APP suministra agua gratuitamente a hospitales y escuelas y ha lleva- do energía solar a aldeas aisladas del país.
Las energías renovables estarán en el centro de su evolución. “En Cabo Verde — explica Pujol— acceder al agua tiene un coste energético mayor que en otros lugares porque para sacarla del mar o los pozos y desalinizarla se utiliza una tecnología con mucha presión y las bombas hidráulicas consumen mucha energía”. Una mayor inversión en el campo de la energía solar, para
La firma de capital catalán ha invertido 22 millones de euros; el año pasado facturó 10 millones
reducir costes internos pero también para vender más electricidad, es uno de los planes de futuro inmediato de la compañía.
Norberto Larriba Blay, consejero delegado de Impulso, no descarta mirar en unos años hacia otros mercados como Sao Tome o Guinea Bissau, pero por ahora opta por la prudencia. “No descartamos invertir en otros países de África, pero por ahora el objetivo es crecer dentro del país de forma sostenida y controlada”. Si se cumplen las expectativas gubernamentales, el aumento de oportunidades será exponencial: el ejecutivo caboverdiano prevé que la cifra de casi medio millón de turistas del 2017 se duplique hasta el millón en el 2021 y supere los tres millones en una década.