El capricho militar de Trump, frustrado
El Pentágono cancela el desfile de las fuerzas armadas previsto para noviembre en Washington, inspirado en el de Francia
Yo también quiero uno, clamó Donald Trump, cual infante malcriado, a la vuelta de un viaje a París, tras asistir al espectacular desfile de las fuerzas armadas francesas celebrado con motivo de la fiesta nacional del 14 de julio del 2017. El espectáculo despertó su instinto competitivo: “Tendremos que intentar superarlo”, dijo. En Washington, donde no hay tradición de este tipo de actos, los militares fruncieron el ceño, pero la maquinaria se puso en marcha para cumplir sus deseos. El capricho del presidente, sin embargo, tendrá que esperar.
Horas después de que se filtrara que el coste del desfile sería de 92 millones de dólares –80 más de los previstos–, el Departamento de Defensa anunció el jueves la cancelación del acto, previsto para noviembre, coincidiendo con la fecha en que el país honra a sus veteranos y el centenario del final de la Primera Guerra Mundial. “Pretendíamos celebrar el acto el 10 de noviembre, pero hemos acordado explorar otras oportunidades en el 2019”, informó el Pentágono en un comunicado sin citar las razones del aplazamiento. La decisión se tomó después de que la Casa Blanca viera las últimas estimaciones del coste.
Frustrado, Trump culpó a las autoridades locales de Washington del fracaso de su plan. Sus políticos “ven enseguida si pueden sacar tajada de algo. Nos dieron un precio tan ridículo que lo cancelé, ¡nunca debes dejar que te atraquen!”, tuiteó. La alcaldesa de la ciudad, Muriel Bower, se mofó vía Twitter de las acusaciones del presidente. Lo llamó “reality star de la Casa Blanca” y se felicitó por haber sido ella quien le enseñe la “realidad” de lo que cuesta organizar desfiles o manifestaciones en Washington. Bower citó la cifra de 21,6 millones de dólares, una cantidad aparte de los gastos propios del Pentágono que incluye partidas correspondientes a la policía metropolitana (13 millones) y las agencias locales que iban a estar implicadas. La ciudad de Washington, un bastión demócrata, es un chivo expiatorio fácil para Trump: un 94% de sus votantes le dieron la espalda en las elecciones presidenciales del 2016.
Washington no verá desfilar tropas, pasear tanques o volar aviones de guerra, pero Trump aseguró que no se quedará sin ver un buen desfile este año. Primero asistirá a otro más pequeño que está previsto realizar en la base militar de Andrews otro día, dijo, y luego participará en los actos del 11 de noviembre en París para celebrar el centenario del final de la Primera Guerra Mundial, anunció por Twitter. Fue la primera noticia que se tuvo de ese viaje. Trump es uno de los 80 mandatarios internacionales invitados por el presidente Emmanuel Macron a los actos de conmemoración, una ceremonia en el Arco del Triunfo. Habitualmente, la presencia de tropas es muy limitada y no está claro que vaya a colmar los deseos de Donald Trump, aunque aún no han trascendido los detalles del acto de este año.
El presidente dio señales de haber abandonado la idea de celebrar el desfile en el futuro. “Quizás” se hará el año que viene, pero sólo si el precio se rebaja “muchísimo”. “¡Ahora podremos comprar más aviones!”, proclamó. La idea del desfile militar en Washington nunca entusiasmó a la opinión pública estadounidense, ni siquiera al Pentágono, aunque su responsable, Jim Mattis, no dio la batalla para disuadirle, ni siquiera cuando defendió la cancelación de unas maniobras militares con Corea del Sur alegando que costaban “una tremenda cantidad de dinero” (14 millones de dólares).
Las asociaciones de veteranos, un colectivo de veinte millones de personas en lucha con el Gobierno por su cobertura sanitaria, criticaron el dispendio. “Hasta que podamos celebrar la victoria en la guerra contra el terror y traer a nuestros militares a casa, creemos que el dinero del desfile estaría mejor gastado por el Departamento de Asuntos de Veteranos y en dar a las tropas y sus familias el mejor cuidado posible”, dijo la comandante Denise Rohan, de la American Legion. Otros compararon la iniciativa con exhibiciones propagandísticas más propias de regímenes autoritarios. Tras su cancelación, el senador republicano por Carolina del Sur y veterano de guerra, Lindsey Graham, dijo ayer en la CNN que los desfiles militares son “una horterada y una demostración de debilidad”.
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