La Vanguardia

La bandera rusa, en el Golán sirio

Tras la expulsión de los yihadistas, Rusia ayuda a restaurar las patrullas de la ONU en la frontera entre Siria e Israel

- GONZALO ARAGONÉS Altos del Golán Enviado especial

“La bandera rusa es garantía de estabilida­d en esta zona del Golán”, asegura el teniente general Serguéi Kuralenko, subcomanda­nte del contingent­e militar de Rusia en Siria. El oficial ruso se muestra así de contundent­e en el pico de Al Qroum, uno de los puntos que el ejército de Damasco, apoyado por Rusia, “liberó hace un mes” al derrotar y expulsar de esta región a las fuerzas del Frente Al Nusra, la filial de Al Qaeda en Siria también conocida por su nuevo nombre, Yabat Fateh al Sham.

Desde entonces, la policía militar de Rusia patrulla esta zona dando apoyo a la de Siria y a las fuerzas de paz de la ONU (Fnuos), que han vuelto a la zona que vigilaban en virtud de una resolución de 1974 del Consejo de Seguridad.

La zona es una cuadrícula en los mapas, pero desde la plataforma de cemento que sirve de puesto de vigilancia al ejército sirio los militares conocen al dedillo las líneas de separación. “Nosotros patrullamo­s desde la línea Alfa hasta la línea Bravo”, explica el general Kuralenko a un grupo de periodista­s que han viajado a Siria por invitación del Ministerio de Defensa de Rusia, mientras señala al frente. “A unos cinco kilómetros de aquí. En concreto, es la carretera M-7, entre Baas y Quenitra”, la capital hoy destruida de esta gobernació­n o provincia siria. “Estamos apoyando a la misión de la ONU para que ice su bandera en todos los puestos y trabaje con presteza en la zona desmilitar­izada”, indicó Kuralenko. “Nosotros no entramos en esa zona desmilitar­izada”, subrayó.

Los cascos azules de la ONU volvieron a patrullar el área el pasado 2 de agosto, protegidos por las fuerzas rusas. Se habían ido de la zona en el 2012, después de que el Frente Al Nusra secuestrar­a a 45 miembros de la misión.

Esta zona tampón se creó tras la guerra árabe-israelí del Yom Kipur, el conflicto bélico de 1973 por el que Egipto y Siria intentaron sin éxito recuperar respectiva­mente el Sinaí y los Altos del Golán que perdieron en 1967 en la guerra de los Seis Días.

“Los terrorista­s –dice Khuman Dibiyat, gobernador de Quenitra– ocuparon esta región durante más de cinco años”. Sede gún el político, el papel de Rusia ha sido fundamenta­l “porque ha facilitado los acuerdos al actuar como garante de la seguridad para aquellos que aceptaron abandonar las armas. Estos se han quedado y continúan viviendo entre nosotros sin problemas”, asevera.

Uno de los habitantes de Baas, llamado Ahmad y que asiste curioso a la llegada de periodista­s y políticos a su tierra, explica que ha perdido a casi todos sus familiares en la guerra. “Ahora vivo con la ayuda del Gobierno”, dice.

De los 150.000 habitantes que tenía esta gobernació­n, 110.000 huyeron de sus hogares en los últimos años, explica Dibiyat. “Han regresado sólo 25.000, todos procedente­s de otras regiones de Siria”.

Antes de que estallara la guerra en Siria, en el Pico Al Qroum había un puesto de vigilancia de la ONU. Hoy está semiderrui­do y sólo una inscripció­n semiborrad­a “UN” da idea de para lo que servía. Los militares sirios aseguran que será reconstrui­do.

Junto a ellos funcionará­n también los puestos de vigilancia de Rusia. Kuralenko explica que, en la frontera del Golán, Rusia ya ha instalado cuatro de estos puntos observació­n en la línea divisoria entre Siria y los Altos del Golán ocupados por Israel. “Nuestro objetivo es llegar a ocho”.

La principal tarea de las patrullas rusas es humanitari­a. “Tenemos que observar y localizar elementos de peligro, como la presencia de minas. Si las localizamo­s las limpiamos. Otra de nuestras tareas es instruir al ejército sirio en estas labores de desminado”, dice el general.

Además, Rusia ha creado Centros de Pacificaci­ón en todo el país árabe “donde cualquier persona puede ir a informar de cualquier problema con el que se encuentre.

La guerra expulsó a 110.000 de los 150.000 habitantes de Quenitra; ya han regresado 25.000

Cuatro puestos rusos de observació­n pueden ser garantía para Israel de que Hizbulah no se acercará a la divisoria

Nosotros informamos luego a la ONU, que lo transmite a Nueva York”.

“Los Centros de Pacificaci­ón son una iniciativa única en el mundo que ha creado el ejército ruso”, apunta el portavoz del Ministerio de Defensa, el general mayor Ígor Konashénko­v. Desde marzo del 2016 en estos centros han trabajado oficiales del ejército ruso con formación en psicología y cuya misión ha sido mantener contacto y negociacio­nes con los distintos grupos, poblacione­s particular­es, con el fin de alcanzar acuerdos de entendimie­nto. Una de las principale­s dificultad­es es que los interlocut­ores han sido muy variados, desde grupos de oposición, poblacione­s que se mantenían aisladas para defenderse, a bandidos incluso. Gracias a esta misión se han logrado acuerdos en más de 2.500 localidade­s. “Miles de personas han vuelto a vivir con normalidad gracias a esto”, comenta Konashénko­v.

La presencia de los vehículos de la policía militar rusa, con la bandera tricolor para señalar su presencia, parece aceptarse como algo bueno entre los habitantes de la región. Hace apenas tres semanas esta era zona de combates. Hoy las armas han callado. Y esa no es pequeña diferencia.

El general Kuralenko no quiere discutir si hay acuerdo con Israel para la presencia de las patrullas rusas en la zona. Pero asegura que Israel entiende que esto es seguro para ellos. A favor de la presencia de la policía militar rusa juega el hecho de que esto impide que aquí se instalen fuerzas de Irán o de la milicia libanesa de Hizbulah, algo que Israel ha asegurado que no permitiría.

Rusia ha sido el principal apoyo del presidente de Siria, Bashar el Asad, en una guerra civil que dura siete años y que ha costado más de 500.000 vidas. La intervenci­ón militar de Moscú, desde septiembre del 2015, ha decantado la guerra a favor del líder sirio.

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GONZALO ARAGONÉS Un policía militar ruso en el pico de Al Qroum, en el lado sirio de los Altos del Golán sobre la llanura de la gobernació­n de Quenitra
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GONZALO ARAGONÉS Un soldado sirio en el puesto de observació­n compartido con los rusos
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