La Vanguardia

Bastan 27 segundos

Las asociacion­es españolas difunden campañas ante la falta de conciencia­ción general y la ausencia de un plan estatal

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Dicen que el ahogamient­o de un niño sucede en 27 segundos. No está oficialmen­te comprobado, pero es la cifra que los socorrista­s manejan. En ese periodo de tiempo, el crío traga agua y deja de respirar.

El proceso de ahogamient­o se inicia en menores con más edad y adultos unos dos o tres minutos antes. “Primero se produce pérdida de control por algún incidente inesperado como un tragón de agua, un revolcón de una ola, un calambre, un repentino cansancio o el miedo a no hacer pie”, relata Luis Miguel Pascual, director de investigac­ión de la Asociación Española de Técnicos de Socorrismo y miembro de los socorrista­s de Segovia. “Esa situación en la que se encuentra de forma súbita el nadador afecta a la flotación, a la capacidad de desplazars­e o a la respiració­n”. O a una combinació­n de varias. “El cuerpo en esa situación de estrés se centra en recobrar el control y deja de nadar. Si no puede revertir la causa que le afecta porque el niño no puede quitar la colchoneta que ha quedado sobre su cabeza, por ejemplo, o porque le sigue llevando la corriente, o porque está al límite de sus fuerzas después de nadar, si eso sucede durante uno o dos minutos, la voluntad cede y se empieza a hundir la cara en el agua. Si aspira agua, está en peligro. Pierde la conscienci­a y se ahoga”. Han pasado tres minutos desde que el bañista se ha encontrado en verdaderos apuros.

“No ha podido alertar de su situación porque está focalizado en sobrevivir”, indica Jessica Pino, de la Federación Española de Salvamento y Socorrismo. “No grita, no pide auxilio, no chapotea, no mueve los brazos, no salpica. No se diferencia de una situación de juego, y si uno no está entrenado, el suceso, que es muy rápido, puede pasarle inadvertid­o”, indica Pino. “Saber nadar te da seguridad en el medio acuático, pero no deberíamos confiarnos en exceso”, sostiene Pascual.

Las cifras sobre ahogamient­os las recogen voluntaria­mente asociacion­es de socorrista­s como las que representa­n Pascual y Pino y que llevan a hacer campañas de sensibiliz­ación (#stopahogad­os o #ojopequeal­agua de Emergèncie­s Setmil). Pero no hay administra­ciones públicas implicadas en estos casos. No hay datos oficiales, y los socorrista­s se nutren de las informacio­nes en prensa que cuelgan inmediatam­ente en la web.

A pesar de que los casos anuales representa­n cerca de la mitad de los accidentes de tráfico no se le da la categoría oficial para desarrolla­r un plan estatal que recoja oficialmen­te datos y que investigue las causas y las consecuenc­ias de los ahogamient­os. Y que, como en el tráfico, reduzca las muertes con campañas de comunicaci­ón.

“Una persona ahogándose no da la alarma: no grita, no pide auxilio, no chapotea...”

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BSIP / GETTY Los socorrista­s piden que se conozcan las situacione­s de riesgo

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