Pagar por bañarse en el río
Ecotasas y otras medidas logran reducir la masificación en las zonas de baño de Les Planes d’Hostoles y Campdevànol
Unos adolescentes se hacen una selfie con el telón de fondo de la cascada del Molí dels Murris, en la riera de Cogolls, una imagen de postal. A pocos kilómetros, la familia Bogaerts, de Bélgica, se pega un chapuzón en la gorga de La Plana, un tramo de agua estancada del río Brugent, un afluente del Ter. A las cinco de la tarde de una calurosa tarde de finales de julio las piscinas fluviales de Les Planes d’Hostoles (Garrotxa) están muy concurridas. Adultos sentados sobre rocas, niños zambulléndose en el agua, dueños que refrescan a sus mascotas... Algunas familias llegan con neveras portátiles con la intención de improvisar un picnic en un lugar que está prohibido. También lo está no llevar atados a los perros, acampar, hacer fuego… Unos plafones situados a escasos metros del río alertan a los usuarios de todas esas prohibiciones que unos guardas rurales contratados por el Consistorio velan para que se cumplan.
La vigilancia privada, un aparcamiento de pago y una ordenanza municipal han permitido a Les Planes d’Hostoles poner coto este verano en unos espacios fluviales que estaban muriendo de éxito. La aparición de estas postales con abundante agua y frondosa vegetación en una serie de televisiva y su difusión gracias a el boom de las redes sociales habían convertido el lugar en una verdadera Rambla los días de verano, especialmente los fines de semana cuando son frecuentados por muchas familias del área metropolitana de Barcelona. Explica el concejal Marc Puig que en diez años la afluencia se había multiplicado por cinco. Una situación que se repite en otros escenarios con excelentes playas fluviales como Campdevànol o, en la Alta Garrotxa. El director de Polítiques Ambientals i Medi Natural, Ferran Miralles, explica que en los últimos años se ha disparado el “uso lúdico” de los espacios naturales y que esa masificación afecta la flora y fauna del río.
El aparcamiento de pago de Les Planes d’Hostoles está situado a un cuarto de hora a pie de las pozas del municipio. Hasta entonces, los coches estacionaban muy cerca de esos puntos de baño y obstaculizaban el paso de los vehículos de emergencia que no podían circular por los senderos que conducen a las
zonas de baño los días de más acceso de público. Incluso algunos pasaban fincas privadas.
El aparcamiento, vigilado de las 10 a las 19 horas, tiene capacidad para 400 vehículos, pero el hecho que se tengan que pagar 5 euros (se bonifica un euro si se devuelve una bolsa llena de basura) por estacionar ha reducido a la mitad la cifra de bañistas, según constata el alcalde Eduard Llorà. “Interesa que aquellos que vengan realmente aprecien el entorno fluvial y lo conserven”, afirma. También se han reducido notablemente las sanciones y se ha pasado de las 600 multas impuestas el año pasado por estacionar en zonas prohibidas, que permitieron recaudar unos 30.000 euros que se han invertido en la nueva señalización de los ‘gorgs’, a las 50 de este año. “Nuestro objetivo no es sancionar, sino advertir; la multa es el último recurso”, explica Xavi Aupí, coordinador en Girona del Grupo de Asociaciones de Guardas Rurales y Marítimos Profesionales de Catalunya, una entidad privada habilitada por la Guardia Civil. Las multas alcanzan los 300 euros y la mayoría de sanciones se ponen por saltarse direcciones prohibidas o aparcar donde no está permitido.
El de Les Planes d’Hostoles no es el único consistorio que ha tomado medidas para reducir la sobrefrecuentación de unos espacios naturales que desde hace algún tiempo se han vuelto turísticos. Desde hace dos años el Ayuntamiento de Les Llosses y el de Campdevànol (Ripollès) han logrado reducir la excesiva presión humana que había sobre el Torrent de la Cabana, el espacio fluvial más espectacular y frecuentado, haciendo pagar una ecotasa de cinco euros, que revierte en el mantenimiento de la zona. Además, de la 1.500 personas que en días punta podían llegar a concentrarse en las siete pozas de la zona, ahora se ha fijado un límite de 500. El primer año de funcionamiento de la ecotasa permitió recaudar cerca de 80.000 euros y la cifra de visitantes el verano pasado se redujo a más de la mitad. “Hemos logrado una autorregulación del espacio”, explica el alcalde de Campdevànol, Joan Manso. Los empadronados en Les Llosses y en Campdevànol así como los menores de 12 años están exentos de pagar y existen bonificaciones para los que pernoctan en la zona y menores de 16 años.
También el Consorci de la Alta Garrotxa tomó hace una década cartas en el asunto y estableció un
Dos municipios del Ripollès han ingresado 80.000 euros con la ecotasa y los bañistas han bajado a la mitad
servicio de vigilancia e información en el sector de Sadernes y Sant Aniol d’Aguja. Entre el 16 de marzo y el 31 de octubre, la pista forestal desde Sadernes está restringida al acceso motorizado lo que obliga a aquellos que quieran bañarse en las principales pozas a dejar el vehículo a dos horas a pie. Aun así, en verano, hay puntas de hasta mil personas diarias, una cifra que según constata el Consorci va al alza. En cambio, sí se han reducido las infracciones. El 80% de las sanciones se deben a la presencia de perros desatados. El guarda rural Xavi Aupí explica que en un día han llegado a advertir a 49 personas que llevaban el perro suelto. Los guardas también detectan la presencia abundante de excrementos, basura... Albanyà, en el Alt Empordà, estudia el año que viene habilitar un aparcamiento y restringir el acceso de vehículos a la pista foresta.
Fuera de Girona, el Ayuntamiento de Bigues i Riells (Vallès Oriental) hace años que ha prohibido el baño en las pozas del río Tenas y tiene vigilantes privados. Resultado: de las 1.000 personas diarias que en un día podían frecuentar el espacio se ha pasado a 200 y desde hace un año y medio el río ha recuperado la nutria, mamífero que se asocia a la buena calidad del agua.