La Vanguardia

Víctimas de Génova boicotean el funeral de Estado

El accidente divide a los italianos sobre quiénes son los responsabl­es

- Génova Correspons­al

Acababan de llamar a la empresa para avisar de que llegaban tarde a Rapallo. Marius Djerri, de 22 años, y Admir Bokrina, de 32, trabajaban para una compañía de limpieza. A ambos compañeros, y amigos, les sorprendió el derrumbe del puente Morandi de Génova. Fueron identifica­dos como dos de los 43 fallecidos en la tragedia del pasado martes. “Es increíble que algo así pueda suceder en el 2018”, susurraba ayer la madre de Admir a la salida del pabellón de la Feria de Génova. “Estamos muy enfadados, pero mi hijo se ha ido. Ahora sólo nos queda la justicia”, añadía con entereza.

La familia de Bokrina fue una de las 19 que sí aceptaron participar en los funerales de Estado que las autoridade­s italianas organizaro­n ayer en el enorme pabellón frente al mar ante unos 5.000 asistentes, según medios italianos. Otras 19 se negaron a acudir porque considerab­an que todo ello al final no era más que una pasarela para que los políticos lucieran sus buenas intencione­s. Algunos celebraron funerales privados en sus ciudades de origen para alejarse de las cámaras. Otros, como las familias de los cuatro chicos de Torre del Greco (Nápoles), culpaban directamen­te a Italia de la muerte de sus hijos. “Es un homicidio de Estado”, clamaba el padre, Roberto Battiloro.

“Hemos venido porque la presencia de las autoridade­s es importante, pero no suficiente. Necesitamo­s respuestas”, avisaba la madre de Bokrina. “Un funeral de Estado es lo mínimo”, asentía Giovanni, un comercial genovés que acudió a las exequias. “Pero lo que queremos es que se llegue al fondo de la verdad y que los responsabl­es paguen por ello. Que nunca se vuelva a repetir”.

Aunque las autoridade­s genovesas se esforzaron en la organizaci­ón de un acto que intentase coser las cicatrices tan recientes de la ciudad portuaria, no consiguier­on maquillar la división. Ni entre las familias de las víctimas, ni entre los diferentes grupos políticos que llevan días acusándose unos a otros.

El funeral fue un reflejo de la des- unión que vive la sociedad italiana. Con abucheos fueron recibidos los representa­ntes del Partido Demócrata (PD), segurament­e por haber pedido calma a la hora de acusar a Autostrade, la filial del grupo Atlantia responsabl­e del mantenimie­nto del puente Morandi. Sus sucesores en el Gobierno, grillini y liguistas, que quieren el fin de la concesión a la empresa, en cambio, tuvieron vítores. Juntos llegaron los vicepresid­entes Luigi Di Maio y Matteo Salvini, entre una ovación que sólo superó la dedicada a los bomberos que llevan día y noche trabajando en el rescate de los cuerpos. Ni siquiera en el fútbol, que tantas veces ha servido para la comunión nacional en este país, imperaba la unidad. Era jornada de luto nacional, pero la Serie A arrancó igualmente, para el asombro de muchos. Sólo los partidos del Génova y el Sampdoria, los equipos de la ciudad, fueron aplazados. Sus jugadores, eternos rivales, acudieron juntos al funeral.

“Estos son momentos de dolor compartido por toda Italia, que está unida en este estado de ánimo. Las palabras suelen ir en esta dirección porque el país unido también hace que la búsqueda de la verdad y las responsabi­lidades sea más eficaz”, dijo el presidente de la República, Sergio Mattarella, quien abrazó

CONSTERNAC­IÓN

“Es increíble que algo así pueda suceder en el 2018”, dijo la madre de una de las víctimas

APLAUSOS EN EL FUNERAL Representa­ntes del PD fueron abucheados mientras Salvini y Di Maio eran ovacionado­s

uno a uno a los familiares. El mismo llamamient­o lo pronunció el arzobispo de Génova, Angelo Bagnasco, que ofició el funeral. Lanzó también una advertenci­a: “Génova no se rinde, continuará luchando”.

Ayer se completaba el recuento de víctimas mortales del derrumbe. A primera hora de la mañana se hizo público que habían encontrado la familia entera desapareci­da bajo el Hyundai en el que viajaban. Se trata de los padres y una pequeña de sólo nueve años. También se supo con certeza que Mirko Vicini, de 31 años, está entre los muertos. Lo encontraro­n bajo un pilón de la estructura. Su madre llevaba desde el derrumbe sin separarse de los escombros con la esperanza de que siguiera vivo. El último nombre en salir a la luz fue el de Marian Rosca, un conductor rumano de 36 años que estaba entre los nueve heridos que seguían ingresados. Terminó muriendo ayer, con lo que el número de fallecidos asciende a 43.

Reunido por la tarde en Génova, el Consejo de Ministros italiano aprobó ayer otros 28,5 millones para la región de Liguria y la ciudad de Génova que se suman a los 5 anunciados. También fue una tarde de anuncios para Autostrade. Por primera vez desde la tragedia, comparecie­ron ayer el presidente, Fabio Cerchiai, y el consejero delegado, Giovanni Castellucc­i, en la misma ciudad, donde anunciaron un plan de unos 500 millones de euros para demoler y reconstrui­r el puente, además de compensar a las familias afectadas y a aquellos que deberán abandonar sus casas por las obras. Castellucc­i rechazó referirse al anuncio del Gobierno italiano de revocarles las concesione­s y se limitó a hablar de sus planes para Génova: si les dan la aprobación, piensan que podrán construir un puente de acero en el plazo de ocho meses.

“Pienso que de nosotros se espera una ayuda concreta y debemos y podemos dar mucho a la ciudad de Génova”, explicó el consejero delegado. Preguntado por si no debería pedir perdón a las víctimas por la caída, consideró que “las disculpas y las responsabi­lidades son cosas que están conectadas. Pides perdón si sientes que eres responsabl­e”. Di Maio ya avanzó ayer que esto es insuficien­te: “No queremos limosna de Autostrade”, declaró.

Génova volvió a sufrir una tormenta de verano después del funeral. Apenas duró media hora. “El cielo llora por nosotros”, decía un jubilado que se refugiaba en un café del centro. “¿Has visto el ataúd blanco con los peluches? Todavía no tengo palabras”. Hablaba de Samuele, de ocho años, que falleció junto a sus padres. Puede que el puente se levante pronto, pero los genoveses necesitará­n más tiempo para recomponer­se.

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JACK TAYLOR / GETTY El féretro del pequeño Samuele, de ocho años, que falleció junto a sus padres, iba acompañado por dos de sus peluches
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