La Vanguardia

Ashwaq Haji

“Sabía donde vivía y todo sobre mí”, denuncia la joven iraquí, que huyó tras verlo

- LALICH (IRAK)

EXESCLAVA SEXUAL DEL EI

La joven Ashwaq (19), de la minoría yazidí de Irak, fue secuestrad­a por el Estado Islámico y vendida a un combatient­e. Escapó a Alemania y se lo volvió a encontrar allí. Ahora con valentía denuncia que su pesadilla aún no ha acabado.

Una iraquí de la minoría yazidí, Ashwaq Haji, tuvo que huir de Alemania después de que se encontrara en un supermerca­do al combatient­e del Estado Islámico (EI) que cuatro años antes la había comprado y la había retenido como esclava sexual.

Haji fue una de las miles de niñas y mujeres que el EI secuestró cuando ocuparon el noroeste de Irak el verano del 2014. Los yazidíes son una minoría religiosa de origen kurdo muy anterior al cristianis­mo, especialme­nte odiada por los yihadistas que les acusan de blasfemos. A Haji, que tenía entonces 14 años, la capturaron el 3 de agosto y se la quedó un combatient­e llamado Abu Humam, que pagó el equivalent­e a unos 88 euros por ella.

Después de tres meses de violacione­s y vejaciones, el 22 de octubre la joven logró escapar de su captor. Junto a su madre y su hermano pequeño huyeron hacia Europa. Pidieron asilo y en el 2015 se instalaron en Schwäbsch Gmünd, un pueblo a unos 50 kilómetros de Stuttgart, dentro de un programa de acogida de refugiados del Gobierno alemán.

Haji había estado estudiando alemán y ya buscaba trabajo, cuando el 21 de febrero el pasado le vino de cara.

La joven relató que, mientras estaba en un supermerca­do, vio salir de un coche aparcado a un hombre y dirigirse a ella en alemán: “Me dijo que era Abu Humam y yo le dije que no le conocía, entonces me empezó a hablar en árabe”.

Humam le advirtió que no le mintiera. “Sé muy bien que eres Ashwaq y que estás aquí con tu hermano y tu madre”, asegura que le dijo. “Me dio la dirección donde vivíamos y otros detalles de mi vida”, añadió.

Haji salió aterrada y fue a contactar con la policía local. “Me dijeron que era un refugiado como yo –explica la joven–, y me dieron un teléfono para que llamara si se volvía a poner en contacto conmigo”.

No supo nada más por parte de las autoridade­s. Sin poder aguantar la ansiedad, Haji regresó a Irak. “Dejé a mi familia y mi país, y fui a Alemania a olvidar los golpes y el dolor. Lo último que esperaba era encontrarm­e con mi captor del Estado Islámico y que él supiera todo sobre mí”, lamentaba en una entrevista a la BBC.

La fiscalía alemana dice que la joven denunció los hechos cinco días después de que pasaran. Y la policía del land de Baden-Wüttemberg, donde residía, admitió que había abierto una investigac­ión el 13 de marzo, pero que no habían podido localizar al supuesto maltratado­r. Y que el caso había quedado paralizado puesto que no

La policía alemana, que le dijo que el acosador era refugiado como ella, admite que no lo tiene localizado

habían podido hallar a la joven para un nuevo interrogat­orio en junio. La familia Haji ya había regresado por entonces al norte de Irak.

Haji aseguró a la agencia France Press que el miedo no se le pasa pues sabe que su captor, iraquí como ella, tiene familia en Bagdad y podría volver a aparecer. La propia Haji dice que ha oído casos similares al suyo. Como para las otras más de tres mil yazidíes capturadas por el EI y que lograron escapar, el pasado es un horror aún muy presente.

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-/AFP Ashwaq Haji, el pasado miércoles en Irak enseñando algunas víctimas yazidíes del Estado Islámico

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