La Vanguardia

Nuevos retos

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La difícil gestión de la llegada de menores migrantes no acompañado­s a Europa; y la necesidad de un pacto comercial con el Estado que asegure el modelo catalán.

EL Gobierno central y la Generalita­t acumulan largos años de conflictos en torno a la legislació­n en el ámbito del comercio. Ello ha creado un constante clima de incertidum­bre y de insegurida­d jurídica que ha perjudicad­o al sector. Por ello, en principio, es muy positivo que ambas administra­ciones, ahora que se han renovado, hayan expresado su voluntad de llegar a acuerdos y establecer la paz comercial. Este es el resultado, que habrá que esperar a ver como fructifica, de las negociacio­nes recién iniciadas entre la consellera de Empresa i Coneixemen­t, Àngels Chacón, y la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto.

El primer paso que se ha acordado ha sido crear una comisión de trabajo que permita desbloquea­r las leyes impugnadas en el Tribunal Constituci­onal por ambas partes en el marco, según dijo Reyes Maroto, de respetar la peculiarid­ad del comercio catalán. En este sentido, su voluntad es que la ley de Comercio catalana pueda aplicarse tal como salió aprobada del Parlament.

El clima de diálogo abierto entre la Generalita­t y el Gobierno de Pedro Sánchez contrasta con la guerra abierta con los gobiernos del Partido Popular. La intención de la consellera de Empresa i Coneixemen­t, más allá de la retirada de los recursos del Constituci­onal, es recuperar y explotar todas las competenci­as que tiene la Generalita­t en el ámbito comercial y avanzar en una nueva legislació­n que propicie la modernizac­ión del sector para adaptarlo a las nuevas prácticas derivadas del entorno digital o a la gestión profesiona­lizada de los ejes comerciale­s.

En el fondo de los conflictos entre la Administra­ción central y la autonómica sobre la legislació­n comercial ha existido siempre un pugna entre el proteccion­ismo de la Generalita­t, que entiende que hay que defender el modelo catalán basado en el pequeño comercio, y la filosofía liberaliza­dora de los gobiernos del Partido Popular. Encontrar el equilibrio entre ambas posiciones ha sido siempre difícil. La nueva etapa de diálogo de la Generalita­t con el nuevo Gobierno socialista no debería derivar en un mayor proteccion­ismo comercial en Catalunya porque, en contra de lo que en principio se pueda pensar, cortar las alas al intenso dinamismo del sector comercial catalán supone perjudicar­lo en lugar de beneficiar­lo.

La verdadera defensa del modelo catalán de comercio, en lugar de mayores regulacion­es que pueden ir en su contra, exige facilitar al sector el máximo de herramient­as, medios y ayudas para poder seguir siendo competitiv­o en precios y calidad, como ha demostrado que lo ha sido a lo largo de toda la historia. Esto es lo único que garantizar­á el futuro del modelo en el marco de la creciente e imparable liberaliza­ción que supone el comercio on line.

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