Karin Kneissl
La oposición critica el gesto de la ultraderecha justo cuando Austria preside la UE
TITULAR DE EXTERIORES DE AUSTRIA
La ministra Kneissl (53) ha provocado una innecesaria polémica en Europa mezclando con poca diplomacia su cargo con su vida privada. Invitó al presidente Putin a su boda y le han llovido críticas dentro y fuera del país.
La visita fue breve, pero no pudo ser más sonada. La invitación de la ministra de Exteriores austriaca, Karin Kneissl, al presidente ruso, Vladímir Putin, para que asistiera a su boda resultó más que una protocolaria anécdota previa a la visita que Putin tenía que hacer a Alemania horas después. Fue un gesto muy consciente por ambas partes que desató una fuerte polémica política en Austria y con ecos en toda Europa, especialmente en Ucrania.
Putin estuvo apenas una hora en el banquete, celebrado cerca de la ciudad de Graz, al sudeste del país. Llegó en su avión oficial, acompañado de un gran ramo de flores para la novia y un coro de diez cosacos del Don, que era el regalo sorpresa con el que pensaba obsequiar a los contrayentes.
Llegó, saludó a la plana mayor del Gobierno austriaco presente en el enlace –una coalición de populares y ultras–, presentó a sus cantores, bailó con la novia, le obsequió con otros tres presentes: un cuadro con una escena del campo, un antiguo utensilio para extraer aceite y un samovar (tetera tradicional rusa), y volvió al aeropuerto para poner rumbo a Alemania, donde le esperaba la canciller Merkel. No necesitó más. Otra espiga de la discordia europea quedaba sembrada.
La invitación de la jefa de la diplomacia austriaca al presidente ruso había despertado críticas y malestar. Primero, porque Austria justamente preside este semestre la Unión Europea, cuando Rusia y la UE pasan por una de las peores crisis diplomáticas por el tema de los espías envenenados en el Reino Unido (con una retirada de representantes a la que Austria no se sumó). Y segundo, porque el país intenta mediar en el conflicto entre Ucrania y Rusia (Austria también pide el fin de las sanciones a Rusia por la anexión de Crimea).
Kneissl, de 53 años y que asumió la cartera de Asuntos Exteriores en el 2017 como independiente, pero propuesta y apoyada por el ultranacionalista Partido Liberal (FPÖ), se casaba ayer con el empresario Wolfgang Meilinger. Aunque no se le conocía una especial relación con Putin y nunca ha militado en el FPÖ, la ministra comparte algunas de las posturas del partido, euroescéptico y xenófobo, que firmó en Moscú en el 2016 un acuerdo de cooperación con la Rusia Unida de Putin, con el objetivo de estrechar las relaciones entre ambas
Kíev considera que Austria ha perdido la legitimidad como mediadora entre Ucrania y Rusia
formaciones nacionalistas.
Además de Putin, entre el centenar de invitados a la boda estuvieron el canciller federal de Austria, Sebastian Kurz, y el líder del FPÖ, Heinz Christian Strache, que dijo que la visita de Putin era una gran plataforma publicitaria para el país, y Kneissl, una “constructora de puentes”.
Otros no lo vieron igual. “Me hubiese gustado que por interés nacional hubiese evitado las irritaciones internacionales”, declaró Andreas Schieder, portavoz del opositor Partido Socialista Austriaco (SPÖ). Schieder se refería sobre todo a Ucrania. “Una boda es algo privado. Pero sobra decirlo: si usted invita a Putin, ya no es neutral. Austria no puede ser un mediador”, zanjó en un tuit la presidenta del comité de Exteriores del Parlamento ucraniano.
En la prensa de Austria algunos políticos opositores llegaron a pedir la dimisión de Kneissl, tras acusarla de provocar innecesariamente a los socios europeos. Y no sólo la oposición se mostró indignada. También miembros del gobernante Partido Popular de Kurz, como el eurodiputado Othmar Karas: “No logro ver el sentido de escenificar políticamente una fiesta tan personal como esta y permitir que se aprovechen”.